Amaqueme

En 1874 Atlautla se separó del municipio de Ozumba

14 de octubre de 2024

**La historia de esta comunidad se remonta siglos atrás

Por Alan Sánchez Cruz

Hace ciento cincuenta años, un 9 de octubre de 1874, Atlautla fue erigido como municipio, separándose de la municipalidad de Ozumba, para dar inicio al ejercicio de un territorio autónomo. Sin embargo, a pesar de la fecha referida, la historia de Atlautla –o, quizá debamos decir Atlahutlan– se remonta a siglos atrás.

            De acuerdo a las Relaciones originales de Chalco Amaquemecan (Ediciones OLIMPIA, 1982), cuyo autor fuese el cronista noble Chimalpahin, los antiguos habitantes de Atlahutlan descendían de chichimecas de los que se desprendían tres familias: totolimpecas amaquemes, tecuamipas y tlayllotlacas atlautecas, a su vez pertenecientes a la gran nación otomí (Tufiño Bautista, s/a). Existen registros de Popocatzin, quien gobernó Atlahutlan veintitrés años hasta 1465, cuando, a causa del dominio mexica de toda la región chalca, un total de 16,000 personas huyeron hacia Huexotzinco. Lo que en otros tiempos fue la gran ciudad de Tzacualtitlan Tenanco Atlahutlan, sería reducido a un pequeño poblado. Después de esto, las tierras se repartieron entre los vencedores de México Tenochtitlan. Sucesos como la salida de los mexicas de Aztlán, el nacimiento del rey poeta Nezahualcóyotl, la formación de la Triple Alianza entre Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan, o diversas guerras, plagas y hambrunas que habían asolado las cuatro partes de Chalco (esto es Amaquemecan, Tlalmanalco, Tenango y Xochimilco-Chimalhuacán), eran parte de un pasado que, poco a poco, afirmaron el carácter y el sentido de pertenencia de mujeres y hombres que los sortearon. Quienes más tarde serían nuestros antecesores atlautecas eligieron como establecimiento la tierra de los volcanes, bellamente retratados por el pintor Daniel Thomas Egerton y mejor descritos por el naturalista alemán Alexander von Humboldt. Este último se maravillaba al contemplar las crestas del Popocatépetl y del Iztaccíhuatl, rodeados por una nieve perpetua.

            La llegada de los españoles un año antes de la fundación de la cabecera municipal por el cacique Cuauhpoltécatl en 1551 y la epidemia del cocolixtli tres años más tarde lastimaron al pueblo que, en un inicio, había adoptado el nombre de San Jacinto Atlahutlan, debido a la influencia de los evangelizadores, y que posteriormente y hasta nuestros días conservase el nombre religioso de San Miguel Atlautla. También los barrios, en principio dispersos, se vieron afectados en su nombre, portando primero el de un “santo patrón” designado por los evangelizadores, dejando al final el nombre de origen náhuatl. Los tales fueron hallados así en los libros de bautismos pertenecientes al Archivo Parroquial de San Vicente Chimalhuacán-Chalco, donde resultaron:

San Jacinto Atlautlan [sic], La Natividad Tepanco, San Pedro (no se sabe), Santo Domingo Tecomaxochitlan, San Lorenzo Actopan, San Francisco Texinca, San Martín Tlailotlacan, San Bartolomé de Amilco y Santo Santiago Metepec (Espinoza Peña, 1998: 72).

Sería en 1639 que se elaboran: un croquis del territorio de Atlautla y documentos de títulos primordiales. En 1861, se registran los títulos primordiales de Atlautla, cuyo contenido refiere al territorio del pueblo, además de la conversión de los nativos al catolicismo. Puede observarse que la religión, como en el caso de los poblados circunvecinos, ha dejado huella en la historia cultural, educativa y política del municipio que, en 1874, y por disposición de la Legislatura del Estado, fue erigido como Atlautla de Victoria en memoria de Guadalupe Victoria, primer presidente del México independiente.

            También durante el siglo XIX, época de la Guerra de Reforma y de la Segunda Intervención Francesa, es digno reconocer a Ventura Páez, nativo de Atlautla quien bajo las órdenes del coronel Silvestre López Torquemada tuvo a su cargo un grupo de 23 mujeres y hombres pertenecientes a los poblados de Atlautla, Tepecoculco, Tlalamac, Ozumba y Tepetlixpa, con la consigna de defender a la patria del enemigo extranjero. En el siglo XX, mientras México padecía el periodo conocido como Porfiriato, la Revolución Mexicana convocó a personajes atlautenses como los hermanos, General Guillermo y Coronel Felipe Rodríguez Estrada, al frente de la batalla; y a José de la Luz Bautista Barrera, presidente municipal que intercambió correspondencia con Emiliano Zapata. Un hijo de Luz Bautista, Margarito Bautista Valencia, destacó como teólogo, escritor y fundador de la “Colonia Industrial de la Nueva Jerusalén” en Ozumba.

            En aquella época arribaron al municipio el Ferrocarril Interoceánico, en 1882, y el Ferrocarril México-San Rafael y Atlixco, tres años más tarde. El primero pasaba por Popo Park y Ozumba con dirección a Morelos, mientras que el segundo, que salía también de la Ciudad de México, pasaba por Chalco, Amecameca, Atlautla y Ecatzingo, hacia Puebla. Algunos testimonios daban cuenta del temor entre las abuelas y los abuelos, quienes, al escuchar el ruido de las locomotoras, creían que se acercaba el fin del mundo.

            Conforme la población se fue adaptando a este transporte, el temor cambió en disfrute con el pulque, los tacos y los tlacoyos que se ofrecían en las estaciones. ¡Ay qué tiempos, Señor don Simón! Aunque, al ser revolucionarios, a los días serenos les seguían otros aciagos; años atrás se escuchó en el pueblo la noticia del descarrilamiento del ferrocarril en Temamatla y, ya en 1914, el pregón de que los revolucionarios habían quemado el Palacio Municipal (actual Casa de Cultura “Atlauhpanecatl”). De acuerdo a la Monografía municipal, fue el Coronel Julio Villegas quien quemó además la documentación histórica y el templo de la Iglesia Metodista, primera iglesia evangélica-protestante del municipio, que se encontraba a un costado de la Parroquia de San Miguel Arcángel. Detrás de la parroquia también se situó la primera escuela primaria, que llevaba ya por nombre “Benito Juárez”, y de la que se tienen noticias finalizando la década de 1920 e iniciando la de 1930. Tres, y casi cuatro décadas más tarde, la escuela ocuparía el edificio actual.

            La plaza principal de la cabecera se construyó entre los años 1936 y 1937, con apoyo de la población. En 1949, cuando sucedió el desastre aéreo que terminó con la vida de Blanca Estela Pavón y Gabriel Ramos Millán en el Popocatépetl, los cuerpos fueron trasladados a Atlautla. La plaza que cada año nos convoca en rememoraciones y festejos patrios –aun cuando no era plaza municipal y sus linderos eran veredas– ha sido testigo de la electrificación del municipio en 1957, de la construcción de la carretera Atlautla-Ozumba en 1973, de la fundación de la Casa de Cultura “Atlauhpanecatl” en 1994, y de otros tantos episodios que, junto a sus respectivos personajes, quedarán en la historia. Otros tiempos, otras personas. Otras, otros atlautenses que, así como nosotros, en acción contemplativa, se detuvieron a mirar los volcanes. Esos volcanes que maravillaron a propios y extraños; extraños como Egerton y Humboldt, y propios como José Emilio Pacheco, quien en su “Iztaccíhuatl” (Pacheco, 2004) meditaba:

Esta montaña inmensa se levanta

como advertencia de mi pequeñez

y mi autoengaño al darme importancia.

Para nada me necesita.

Existe al margen de que la contemple.

Estuvo aquí cuando éramos impensables

y seguirá mañana.

Al conmemorar este 9 de octubre de 2024 el Sesquicentenario de Atlautla como Municipio, es nuestro deber cívico ser dignos de portar el gentilicio de “atlautenses”, y, ¿por qué no?, con un cierto dejo de añoranza, procurar ser mejores personas para beneficio propio, de nuestro pueblo, de la patria y del mundo.

FUENTES

¡Ay qué tiempos, Señor don Simón! Película de 1941 que satiriza la época del Porfiriato; dirigida por Julio Bracho y estelarizada por Joaquín Pardavé, Arturo de Córdova y Mapy Cortés.

Chimalpahin, Francisco de S. A. (1982). Relaciones originales de Chalco Amaquemecan. México: EDICIONES OLIMPIA.

Crónica elaborada por el señor Juan Tufiño Bautista, actual director del Archivo Histórico de Atlautla.

Espinoza Peña, E. (Tercera edición, 1999). Atlautla. Monografía municipal. México: ASOCIACIÓN MEXIQUENSE DE CRONISTAS MUNICIPALES.

Pacheco, José E. (Segunda reimpresión, 2004). Tarde o temprano (Poemas 1958-2000). México: LETRAS MEXICANAS-FCE.