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A los siete años, Celia aprendió a tejer la palma, emigró de Oaxaca y hoy de eso vive en Coxtocan

4 de septiembre de 2020
A los siete años, Celia aprendió a tejer la palma, emigró de Oaxaca y hoy de eso vive en Coxtocan

Mónica Martínez rivera

    SAN JUAN COXTOCAN, Méx.- Celia María Hernández Bautista, oriunda de Oaxaca elabora piezas de palma, que aprendió a tejer cuando apenas tenía siete años en su pueblo natal de San Cristóbal Amoltepec.

    Aventadores, petates, tortilleros, chiquihuites, bolsas, fundas para botellas, bolsas y alhajeros cobran vida de las manos de Celia, quien de esa forma ayuda a su esposo con los gastos en su casa.

    La sexagenaria contó que en su pueblo natal, la gran mayoría de pobladores se dedica a tejer piezas de palma, principalmente sombreros, los cuales comercializan por docena, que intermediarios les dan la horma deseada en una fábrica.

    Una vez hecho ese procedimiento, dijo que se los revenden más caros para a su vez ofertarlo en varias comunidades.

   Señaló que tejer es el único oficio al que se dedican en su pueblo, el cual es muy pobre por la falta de empleos.

   Por esa razón, dijo que desde los siete años su mamá le enseño a tejer la palma qué se da en un cerro en otra localidad cercana a San Cristóbal.

   Explicó que aprendió primero a trenzar la palma, después hacer zurcos, remache, cuadrado, cuadrado largo y redondo, todo ello sólo con sus manos.

   “Uso una aguja para cortar el grosor de la palma, mis manos y la creatividad para diseñar mis productos en este material y en plástico”, apuntó.

    La artesana resaltó que la palma la adquiere hasta Oaxaca porque por estos rumbos no la encuentra, al igual que el plástico, además de utensilios de cocina de madera que elaboran en su comunidad para también venderlos.

   Desde hace 12 años vive en San Juan Coxtocan, comunidad perteneciente a Tenango del Aire con su esposo Francisco Luis Ferias Rojas de 66 años y vende su artesanía fuera de su casa, mientras las teje.

    Comentó que la pandemia la forzó a dejar de vender a otros lados, pero la necesidad la obligó a salir nuevamente porque durante tres meses no vendió nada.

   “Vendía los viernes y sábados en el mercado de Tenango y los domingos en el corredor artesanal “la Muralla” en los arcos de la presidencia, pero ante las restricciones decidí ofrecer lo que hago en mi domicilio, ubicado sobre la carretera Tenango-Amecameca.

   Así, que quienes gusten adquirir alguna pieza y ayudar a este matrimonio de adultos mayores, ahí los pueden localizar.