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Crónicas bajo el Volcán… El día que Margo Glantz olvidó los dictámenes

11 de diciembre de 2022
Crónicas bajo el Volcán… El día que Margo Glantz olvidó los dictámenes

Mario Serrano Avelar

Cronista Municipal de Tepetlixpa

Facebook: Tepetlixpa en la Cara del Cerro

En esta ocasión se hizo entrega por primera vez, del Premio Internacional a la Literatura “Sor Juana Inés de la Cruz” que instauró el gobierno del Estado de México para premiar la trayectoria artística en el campo de las letras, a reconocidas autoras o autores nacionales o extranjeros.

Pasado el mediodía subió las mínimas escaleras del escenario.

Así, a menos de un metro de distancia se ve frágil, al menos con la fragilidad mineral de algunas piedras, que pueden cortar bloques de una montaña entera pero no resistirían una caída insignificante.

 Solícitos, el enjambre de auxiliares y trabajadores de la Secretaría de Cultura no atinaban cómo actuar con la famosa escritora que a pesar de ese auxilio casi servil en ningún momento pareció incómoda o asfixiada.

En realidad, como si se tratara de la antigua cortesanía que reinaba en los salones literarios, subió a su lugar, con un dominio absoluto de las circunstancias, se acomodó y dispuso a gozar del mismo evento que a final de cuentas, en realidad había sido organizado para ella.

            En tanto comenzó el protocolo consabido de las autoridades, ella se acomodó mejor en el mullido sillón que le dispusieron, su blusa roja contrastaba con el saco y pantalón negro que usaba, un atuendo normal que parecía conferirle un improbable bajo perfil.

Pero para una escritora de su tamaño, no hay manera de pasar conspicua.

Todas las miradas, más de mil que entran en el teatro al aire libre “El Caracol” del Centro Cultural Nepantla estaban clavadas en lo que hiciera, en sus gestos, en ese extraviarse que todos los visitantes, sean famosos o no, sufren cuando se hayan frente a frente con la fabulosa conjunción que se da cita entre el frío y el calor, entre los colores y el viento, en el “medio” que justo es como sabemos, el significado náhuatl de la palabra “Nepantla”.

            El evento comenzaba, pero la escritora, ajena a esas miradas que a cualquiera desbaratarían, repasaba un lugar diferente.

 Justo ahí se me ocurrió una imagen que no creo que le disgustaría si la leyera, que estaba más cerca de aquellos sabios que pueblan el Talmud recogidos al inicio de la contemplación que de los artistas que bregan en las propias cortesanías de la política cultural.

 ¿En qué pensaba? Apuesto que no en los discursos oficialescos de los funcionarios que cobijaron el evento, aunque luego en su discurso dio muestra de esa otra cortesanía que a los políticos los vuela: nombrarlos uno a uno, tutearlos, agradecerles en cortito.

            “No hay nada más libre que el entendimiento humano” comenzó, en fin, su discurso, poco más de 12 minutos de auténtico deleite para aquellas personas que se apasionan por las letras, la cultura, la vida de la monja nacida en Nepantla en 1648, pero también para los que desean salir de su cotidianidad y abren los sentidos a grandes experiencias, como ésta de tener de viva voz a una de las grandes sorjuanistas y estudiosa de la literatura, la doctora Margo Glantz.

   Sólo que esta vez no fue el pretexto para escucharle algún “encuentro sorjuanista”, que, hay que decirlo, ya era la fórmula gastada para llenar las efemérides alusivas en abril y noviembre del Centro Cultural.

En esta ocasión se hizo entrega por primera vez del Premio Internacional a la Literatura “Sor Juana Inés de la Cruz” que instauró el gobierno del Estado de México para premiar la trayectoria artística en el campo de las letras, a reconocidas autoras o autores nacionales o extranjeros.

De ahí que, entre más de veinte propuestas el jurado otorgó esta distinción a Margo Glantz (nacida en 1930) cuyas credenciales son absolutas para merecer este reconocimiento.

“La principal preocupación de Sor Juana fue la de conocer”, continuó leyendo.

Con un semblante siempre jovial y fresca, resaltando por encima de cualquier combinación su ya característico cabello rizado, la galardonada compartió algunos amenos pasajes de la biografía de sor Juana para demostrar que si en su época fue notablemente famosa y prolífica, con mayor razón en este siglo XXI en el que aún quedan muchos temas que seguir indagando sobre la monja poeta, nuestra inigualable paisana regional.

            Divertida, entre bromas muy atinadas que demuestran que a sus 92 años sigue siendo lúcida y con un tremendo amor por la vida, Margo Glantz se echó a la bolsa a un público variopinto en el que estaban en primer lugar, diversos funcionarios de la secretaría de Cultura estatal, miembros de la comunidad artística regional, pero igualmente académicos, alumnos y personas que al saber que Glantz iría a Nepantla cargaron sus libros con el deseo, por qué no, de que en una de esas estuviera dispuesta a autografiarlos.

Pero mientras habló, una voz para su edad completamente firme y tirando para delante, la atención era para revivir ahí en su recuento la grandeza misma de sor Juana.

 “Algunos la conocen por los billetes que aún circulan de 200 pesos o los horribles de 100”, dijo entre sonrisas llenas de guiños y cerró con un reconocimiento personal a sor Juana al decir que su grandeza es tanta que nadie, ni ella ni nadie podría igualársele.

 “Ni Octavio Paz pudo, y eso que él hubiera querido ser como Sor Juana”, fue otra anécdota que mereció las ovaciones de todos los congregados.

Finalmente, mientras leía unos pasajes de la Respuesta a sor Filotea de la Cruz se le traspapeló su discurso.

“Los dictámenes…” y al dar vuelta a la hoja nunca encontró la continuación. El teatro estaba en absoluto silencio, todo tan tenso que se podía cortar con una navaja, un minuto en el que más de dos comenzaron a imaginar algunas estratagemas para salvar, como si en verdad se les fuera a solicitar eso, el incómodo silencio.

Pero el evento era de la galardonada y demostró una lección tan valiosa como el premio o su mismo recuento sorjuanista.

Después de la involuntaria pausa se reacomodó sus lentes, movió las hojas “bueno, creo que los dictámenes no los traje”.

El teatro y sus mil asistentes lanzaron la carcajada.

Qué excelente manera de romper esas frases hechas y acartonadas del discurso oficial y hacernos ver que la literatura no es otra cosa que el amor por los libros, el reconocimiento a los que estuvieron antes que nosotros, pero seguirán por encima de nuestras vidas a través de sus obras y un toque de humor.

            La doctora doblegó al público.

 Ágil y divertida posó para las cámaras, recibió los acostumbrados saludos y felicitaciones oficiales y con esa misma jovialidad bajó del escenario una vez recibida la venera para disfrutar de un programa que incluyó a Bach, Fauré y Smetana a cargo de la Orquesta Filarmónica del Estado de México, número también ex profeso para celebrar a la galardonada.

            Enhorabuena para la doctora Margo Glantz.

Ojala que así como trajo “nueva luz a sor Juana”, también traiga con este premio que inaugura, muchas buenas vibras para la cultura de la región.

Ya nos hace falta. Hasta pronto.

Pueden disfrutar del discurso completo de la escritora en este enlace: J.

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