Expediente Edomex: El farsante de Metepec
***Fernando Flores se derrumba: tres expedientes de la UIF por lavado de dinero, contratos inflados en Oaxaca, Campeche y Querétaro, un fraude de 190 millones en Oaxaca que hoy está bajo denuncia oficial

Mario García Huicochea
Ad Noticias.
«El poder desnuda al que finge«.
El ejercicio del poder tiene la virtud de arrancar las máscaras: por más buen mentiroso que alguien sea, no hay farsa que dure eternamente. En Metepec, cuatro años han bastado para que Fernando Gustavo Flores Fernández se muestre como lo que realmente es: un egocéntrico hambriento de reconocimiento, un mitómano que intentó disfrazar traumas de infancia y carencias afectivas con la pose de empresario exitoso, desarrollador tecnológico y hasta escritor de libros. Todo falso.
Su dinero no proviene de talento ni de emprendimientos brillantes, sino del tráfico de influencias y del rol servil de prestanombres. La historia se cuenta sola: contratos inflados en Oaxaca, Edomex, Campeche y Querétaro; la mano generosa de los Murat como verdaderos jefes; la venta de productos inútiles y de mala calidad a gobiernos priistas. Ese fue el camino de la fortuna. Y no lo decimos nosotros: la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) le abrió tres expedientes por operaciones con recursos de procedencia ilícita: 160129-0 (2016), 192313-2 (2019) y 201058-1 (2020) (Reflexión24).
Oaxaca: la pieza que lo exhibe
El golpe más reciente vino desde Oaxaca. En 2018, su empresa CIFO Technologies S.A. de C.V. firmó un contrato por 190 millones 679 mil 787 pesos para la modernización del Registro Civil —instalación de kioscos digitales y digitalización de más de 8.3 millones de actas—. El resultado: un fraude monumental.
La directora actual del Registro Civil, Dulce Belén Uribe Mendoza, declaró en 2023:
“A pesar del contrato establecido con esta empresa para brindar servicios que favorezcan a la población oaxaqueña, este organismo se encontró en un franco deterioro y sin resultados favorables. En el proceso de entrega-recepción no fue entregada la documentación correspondiente del proyecto, y tampoco se cuenta con archivos que corroboren la información que la empresa tenía a su servicio” (El Universal Oaxaca).
Los kioscos fueron instalados en lugares sin internet, retirados al concluir el contrato en 2022, y la digitalización prometida nunca apareció. Oaxaca anunció que prepara denuncias legales contra los responsables, lo que mantiene vivo un expediente judicial abierto.
La telaraña empresarial
Su vida empresarial es un eco del mismo fraude. Los restaurantes que presume no son suyos ni se levantaron con inversión propia: son negocios financiados bajo el mismo esquema de favores y dinero turbio. Lo mismo ocurre con las franquicias de la agencia de noticias Quadratín, alquiladas a Francisco García Davish, no para hacer periodismo sino para ordeñar contratos de publicidad oficial en Oaxaca, Quintana Roo y Edomex —la propia marca le atribuyó a Flores la apertura de esas franquicias (Quadratín).
El Club La Asunción es otro episodio: socios denunciaron que durante seis años no se rindieron cuentas, fueron intimidados con llamadas para vender sus acciones, se les negó acceso a instalaciones y hasta se usaron medios de comunicación de Flores para difamarlos (Primero Editores). En círculos de poder se narra como un chiste cruel: cómo se “adueñó” de lo que no era suyo.
El Angus de Metepec
A este historial se suma la operación de la sucursal Angus Steak House en Metepec, un restaurante que de noche se convertía en club: cortes de carne de fachada, luces bajas, botellas infladas, damas de compañía y mesas VIP para políticos, empresarios y operadores. Un negocio disfrazado de restaurante familiar que en realidad funcionaba como espacio privado de pactos y excesos.
El farsante en su laberinto
De esa manera, Flores se rodeó de personajes a su imagen y semejanza, hombres y mujeres con expedientes oscuros, historias negras que hacen del ayuntamiento una mesa de negocios. Lo dramático es que ese hombrecito, que no puede ir al baño sin guaruras por el miedo que lo persigue, sea quien decide sobre los recursos públicos de Metepec mientras las colonias populares están abandonadas, con calles destruidas, inseguridad y servicios colapsados.
La impostura llega al extremo de no vivir siquiera en el municipio que gobierna. Metepec es su escenario, no su casa. Su residencia está en Lerma, en el club de golf Los Encinos, donde se refugia entre lujos prestados mientras los habitantes de Metepec pagan la factura de su farsa. La paradoja final es grotesca: el farsante que presume fortunas se tambalea porque sus negocios se desmoronan. Los contratos de CIFO se agotaron; sus restaurantes están en declive; sus franquicias no generan más que deudas. La burbuja empieza a reventar.
Posdata
El alcalde, en un par de ocasiones, ha sostenido públicamente que este columnista “es un extorsionador”. Las ofensas y las calumnias que vienen de tipos como él, lejos de lastimarme, me honran y distinguen. Me dolería, me preocuparía, que un mafioso en pañales hablara bien de mí; que un bravucón de bolsillo, cobarde hasta para caminar sin guaruras, me dedicara elogios. No: me honra que gentuza así hable mal de mí. Pero también hay límites: ahora tendrá que probarlo, o nos veremos en tribunales.
P.S. Lo que no imagina es que, si de farsas hablamos, su propio espejo ya lo acusa: la tragicomedia de un hombrecito que se creyó grande porque confundió lonas publicitarias con méritos, damas de compañía con política y guardaespaldas con dignidad.