Expediente Edomex: El poder y sus frecuencias
Mario García Huicochea– Ad Noticias
Lo que parece un mecanismo de estabilidad institucional es, en realidad, una puerta discreta para reconfigurar el poder sin participación ciudadana
“El poder no es lo que se ve, sino lo que se sostiene sin ser mirado.”
Michel Foucault
El próximo 16 de septiembre, Delfina Gómez cumplirá dos años al frente del gobierno del Estado de México. A primera vista, parece apenas un hito administrativo. Pero en el lenguaje profundo del poder, marca el inicio de una frecuencia jurídica decisiva: conforme al artículo 72 de la Constitución local, cualquier ausencia definitiva del Ejecutivo ya no obliga a convocar nuevas elecciones. A partir de ese punto, el Congreso local tiene la facultad de designar un sustituto o sustituta para concluir el sexenio. Así de simple. Así de potente.
Lo que parece un mecanismo de estabilidad institucional es, en realidad, una puerta discreta para reconfigurar el poder sin participación ciudadana. Una decisión que antes pasaba por las urnas, hoy puede resolverse en pasillos legislativos. El tablero se redefine, y las piezas se mueven en silencio.
A diferencia de lo que muchos suponen, el principal adversario del proyecto no está afuera, sino adentro. Higinio Martínez, arquitecto de Morena en el Edomex durante años, se ha convertido en el contradictor político más visible del actual gobierno. Le disputa a la gobernadora no solo el relato del cambio, sino el control territorial, legislativo y simbólico del movimiento. Y lo hace desde la estructura que ayudó a construir, con operadores propios, alcaldes afines y presencia estratégica en el Congreso.
Frente a ese desafío, el gobierno de Delfina Gómez no está desprotegido. En el Legislativo, Francisco Vázquez, coordinador de la bancada morenista, es una garantía de lealtad y solidez operativa. Su presencia en la Cámara no sólo sostiene la mayoría, sino que blinda políticamente al Ejecutivo ante cualquier intento de fractura. Paco no duda. Paco no negocia con ambigüedades.
En el Estado de México, el poder ya no se mide sólo en votos, sino en cuerdas institucionales. Septiembre abre una frecuencia silenciosa: el Congreso puede sustituir a la gobernadora sin consultar al pueblo.
En el gabinete, la figura de Horacio Duarte adquiere una dimensión estratégica. No es sólo el Secretario General de Gobierno: es el custodio de la gobernabilidad, el ajedrecista de la estabilidad institucional. Es quien lee las tensiones internas, opera acuerdos, neutraliza sabotajes, y mantiene el poder vibrando en la frecuencia correcta: la del cambio con legitimidad.
Pero por encima de toda ingeniería política, la mayor red de protección de Delfina Gómez es el pueblo que la eligió. Su nivel de aprobación supera el 60% y se acerca al 70%, según mediciones recientes. Ese capital no se construyó con propaganda, sino con cercanía, convicción y hechos. Gobierna con las mayorías y para las mayorías, y en un estado donde los pobres son mayoría, eso no es retórica: es aritmética democrática.
A esa legitimidad se suma el respaldo firme de la presidenta Claudia Sheinbaum y de la dirigencia nacional de Morena. No es un detalle menor. En un sistema de poder de múltiples cuerdas, tener el respaldo del centro político nacional es también una cuerda tensa que mantiene la partitura intacta.
La cláusula constitucional de los dos años no es una amenaza inminente, pero sí una posibilidad latente. No hace falta activarla para que exista. Su mera presencia ya altera el equilibrio, introduce la tentación, habilita maniobras. Por eso, la gobernadora debe estar atenta, pero tranquila; firme en su convicción, serena en su ritmo. El cambio verdadero no se impone: se construye desde abajo, se cuida desde dentro y se defiende desde todos los frentes.
Porque cuando un proyecto se sostiene sobre los hombros de las mayorías, ningún Congreso maniobrero puede suplantarlo sin consecuencias. Y en el Edomex, los pobres no son sólo número: son memoria, conciencia y fuerza histórica.
