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La última derrota de Pastor; aspiró a la gubernatura y terminó de 𝑙𝑎𝑣𝑎𝑑𝑜𝑟

22 de noviembre de 2025

**Pastor fue detenido en Toluca, acusado de lavado de dinero por la compra de una propiedad valuada en 40 millones de pesos

Mical Segura/ Ad Noticias.

La carrera de Isidro Pastor Medrano —un viejo operador del priismo mexiquense, discípulo político de Arturo Montiel y experto en navegar, vulnerar o sobrevivir a cualquier estructura partidista— volvió a quedar bajo los reflectores este viernes. Pastor fue detenido en Toluca, acusado de lavado de dinero por la compra de una propiedad valuada en 40 millones de pesos realizada en 2013, año en que fungía como secretario de Desarrollo Metropolitano en el gobierno de Eruviel Ávila. La investigación incluye además depósitos cuyo origen no ha sido acreditado.

Pastor, vestido con pants gris, chamarra azul y tenis negros, fue arrestado a las 12:50 horas en la colonia Nueva Santa María, en Toluca, según el Registro Nacional de Detenciones. Hoy permanece en el penal de Santiaguito, en Almoloya de Juárez. Conforme a la ley, la autoridad cuenta con hasta 72 horas para presentar los datos de prueba ante un juez. Dado que fue detenido este viernes, el plazo no vence el domingo, sino el lunes por la mañana, cuando se determinará si Pastor es o no vinculado a proceso por lavado de dinero.

El montielista fiel que acabó expulsado

Formado en la vieja guardia del priismo mexiquense, Pastor fue una de las piezas más cercanas a Arturo Montiel durante su gobierno (1999-2005). Desde ese círculo operó como presidente de la Gran Comisión en el Congreso y, después, como dirigente estatal del PRI. En 2005 intentó disputar la candidatura a la gubernatura, pero Enrique Peña Nieto fue ungido por el aparato. Aquella afrenta selló su ruptura con el tricolor, que lo expulsó ese mismo año.

Ese quiebre marcaría una constante en su trayectoria: Pastor siempre saldría del PRI golpeando la puerta… y casi siempre regresaría por la ventana.

El operador de mil rostros

Pastor construyó un personaje político estridente, casi teatral. En distintos momentos se presentó como cura, militar, guerrillero, musulmán o “comandante huevo”; celebró misas, hizo jurar candidatos sobre la Biblia, regaló tenis y automóviles, e incluso convirtió el edificio del PRI en escenario de rituales con velas, cánticos y un retrato de Colosio. Entre el performance y la intimidación, moldeó un estilo de operación política donde el efectismo era parte de la estrategia.

Sus habilidades —y su fama— crecieron con episodios como el de 2003, cuando, siendo presidente de la Gran Comisión, logró que 13 diputados panistas se declararan independientes, alineando así el Congreso a los intereses del Ejecutivo. O cuando, por instrucciones de Montiel, debía asegurar el aval priista a una reforma hacendaria impulsada por Vicente Fox; hizo lo contrario y terminó denunciando penalmente a la pareja presidencial.

Esa indisciplina, sumada a su disputa con Maude Versini —a quien criticó en términos que escandalizaron incluso dentro del PRI—, sepultó sus aspiraciones de suceder a Montiel en 2005.

Tras su ruptura con Montiel, Pastor brincó al PAN para respaldar a Rubén Mendoza Ayala en la campaña de 2005. Terminó siendo visto como “caballo de Troya”: la filtración de fotografías comprometedoras del candidato panista precipitó su desplome electoral. Después emigró a Baja California para operar a favor de Jorge Hank Rhon, dirigiendo su partido ultravinservador PES y fue derrotado groseramente.

En 2013 regresó al Edomex con Eruviel Ávila, primero como secretario de Desarrollo Metropolitano y luego como secretario de Movilidad (2014-2017). En 2017 volvió a desafiar al sistema al intentar competir como candidato independiente. Reunió más de 400 mil firmas, pero una parte correspondía a personas fallecidas. El IEEM anuló su aspiración y abrió una carpeta de investigación por uso de documentación falsa.

La política como zona gris

Pastor cultivó también un historial de operaciones discretas. En 2008 impulsó El Pelón Mexiquense, una publicación sin responsables visibles y con un directorio formado por nombres ficticios, diseñada para manipular al priismo desde la trinchera de la sátira y el rumor.

En entrevista años después, reconoció que el grupo Fuerza Mexiquense —una maquinaria de adoctrinamiento interno montielista— operaba bajo sus órdenes, describiéndolo como un núcleo de “kamikazes” capaces de infiltrarse en la oposición.

Su influencia también alcanzó sindicatos: Trinidad Franco Arpero, exdirigente del SMSEM, formó parte de su círculo y llegó incluso a coordinarse con él en campañas opositoras.

En los últimos meses, Pastor reapareció en celebraciones privadas del montielismo, encuentros sindicales y programas locales. Su aparición más reciente ocurrió el 8 de noviembre, cuando el alcalde de Metepec, Fernando Flores, lo invitó a su programa Metepec en la Ruta y lo presentó públicamente como “maestro” y “figura clave en la vida política y social del Estado de México”.


Ahí, Pastor defendió que “el PRI siempre está presente” y sostuvo que el partido fue “echado a perder desde Peña Nieto”. Flores lo trató como un mentor de vieja escuela, un consejero con ascendencia en la vida pública mexiquense.

Pero su pasado lo alcanzó.

La compra de una propiedad de 40 millones de pesos —adquirida en 2013 mientras manejaba programas metropolitanos con Eruviel Ávila— y los depósitos sin origen comprobado lo colocan hoy en el centro de una investigación federal por presunto lavado de dinero. Su detención, tras décadas orbitando los márgenes y entresijos del poder, cierra un ciclo que él mismo alimentó: el del operador que sabía descifrar todos los códigos del sistema… menos el del desgaste final. Pastor, el político de mil disfraces, enfrenta ahora la única escena que nunca buscó protagonizar: la del acusado.