Malditas dudas: Dudas que no dejan dormir en Edomex

**Frente a eso, uno no puede más que dudar; dudar con humor, con memoria y con esa mezcla de ternura y escepticismo que deja la vida pública mexiquense.
- El expediente Pastor despierta trece años tarde y nadie explica por qué.
- El agua, la basura y la salud pública revelan más política que infraestructura.
- La cultura sobrevive a pesar de quienes creen que se reduce a festivales.
Uno a veces cree que ya lo vio todo en este país hasta que el Estado de México vuelve a recordarle que la realidad tiene más capítulos que la telenovela más longeva. Aquí, la política es un teatro donde los expedientes despiertan cuando quieren, el agua es promesa más que servicio, la basura viaja más que nosotros, la salud pública resiste como épica silenciosa y la cultura… ay, la cultura, sigue esperando que alguien la trate como deber civilizatorio y no como pasarela de festivales. Frente a eso, uno no puede más que dudar; dudar con humor, con memoria y con esa mezcla de ternura y escepticismo que deja la vida pública mexiquense.
1. ¿Por qué despertó el expediente de Isidro Pastor 13 años después?
Trece años estuvo el expediente de Isidro Pastor guardado como esas vergüenzas familiares que nadie confiesa pero todos huelen. Y, de pronto, despierta: la casa millonaria de 2013, los depósitos misteriosos, el montielismo en retirada y un nuevo régimen urgido de símbolos de limpieza. Lo raro no es la acusación, sino la siesta judicial que se echó la FGR y los juzgados mientras Pastor seguía haciendo política como si nada. Su captura dice menos de él y más de quienes, ahora sí, encontraron utilidad en recordarle al Edomex que el pasado nunca se va… solo espera turno.
a) ¿Quién decidió que el expediente Pastor debía dejar de ser tapete y volver a ser alfombra roja judicial?
b) ¿En qué oficina se guardó trece años esta carpeta?
c) ¿La denuncia salió de la UIF peñista o de algún exsocio arrepentido?
d) ¿Qué poder logra que un caso duerma más que un volcán?
e) ¿Pastor tiene cómo desvirtuar las acusaciones o solo fotos viejas con notables?
f) ¿La casa y los depósitos son el problema real o apenas el hilo del tapiz?
g) ¿Quién decidió que “ya era hora” de desempolvarlo?
h) ¿Es justicia o mensajería política?
i) ¿Qué leen los viejos operadores al verlo caer?
j) ¿Cuántos expedientes similares siguen dormidos, aguardando temporada?
Tal vez el misterio no está en el expediente que despertó, sino en todos los que siguen roncando.

2. ¿Por qué el Edomex sigue sin un programa de Agua del Bienestar?
En los municipios más poblados del Edomex, el agua llega como los políticos decentes: cada vez menos, cada vez más tarde y siempre con pretextos. Mientras la CDMX descubrió que vender garrafones a cinco pesos y llevarlos a domicilio es política pública y no milagro, acá seguimos atrapados en un sistema de pipas que huele a negocio, padrinazgos y clientelas. El humor social está tan seco como las cisternas; y, en 2027, cuando medio mundo vote con la paciencia evaporada, alguien recordará que el gobierno pudo haber tomado el control del agua… y no lo hizo. El voto también se hidrata.
a) ¿En qué momento dejamos que la sed fuera administrada por intermediarios?
b) ¿Quién dijo que un programa estatal era “muy complicado”?
c) ¿Cuántos caciques del agua mandan más que la ley?
d) ¿Por qué la CDMX puede y el Edomex no quiere?
e) ¿Qué magia negra impide duplicar un programa sensato?
f) ¿Cuántos reclamos más se necesitan para entender que la sed también vota?
g) ¿Qué premiará el electorado: agua o excusas?
h) ¿A quién beneficia la dependencia de la pipa?
i) ¿Qué tan hondo está el hoyo cuando el agua es lujo?
j) ¿Cuánto tardarán en entender que un garrafón barato mueve más votos que un mitin?
La democracia empieza cuando uno abre la llave y sale algo que no sea aire.

3. ¿Por qué el Edomex terminó de basurero del centro del país?
El Edomex genera unas dieciséis mil toneladas diarias de basura y recibe miles más de estados vecinos. Somos el gran vertedero metropolitano sin que nadie explique cuándo, quién o por qué lo decidió. Los rellenos se saturan, los tiraderos clandestinos crecen como moho y los ríos cargan más plástico que agua. Mientras tanto, la clase política observa en silencio, como si este basurero masivo fuera ley natural y no decisión humana. Un día, nos enteramos de que somos el corazón del país; al siguiente, de que somos también su estómago y su drenaje.
a) ¿Quién autorizó recibir basura ajena?
b) ¿Qué negocios privados orbitan ahí?
c) ¿Dónde está la política pública que explique este desorden?
d) ¿Qué destino real tiene la basura “no gestionada”?
e) ¿Por qué reciclamos tan poco en el estado más poblado del país?
f) ¿Quién fiscaliza el destino final de los residuos?
g) ¿Qué mensaje manda este silencio institucional?
h) ¿Cuánto cuesta políticamente ser el vertedero del centro?
i) ¿Por qué nadie discute un tema que respiramos a diario?
j) ¿Qué otros negocios se esconden detrás del camión recolector?
La basura nunca se esconde: siempre encuentra la forma de recordarnos quién decidió no verla.

4. ¿Por qué el sistema público de salud sigue siendo blanco de quienes nunca lo han pisado?
El sistema público de salud no es perfecto, pero es el único salvavidas real para millones. Pese a carencias evidentes, hoy ofrece más acceso universal que en tiempos en que la salud era negocio de unos pocos y piñata de contratos. Quienes perdieron privilegios lloran como si les hubieran amputado el alma, cuando lo único amputado fue el margen de utilidad. Macarena Montoya ha resistido entre embates, campañas y presiones que no buscan mejorar el sistema, sino recuperar el negocio. La gente de a pie sabe la diferencia entre un servicio saturado y uno desaparecido.
a) ¿Por qué quienes odian “lo público” jamás odian cobrar de él?
b) ¿Cuántos críticos han esperado una ficha a las cinco de la mañana?
c) ¿Cuántos negocios se cerraron cuando la compra consolidada llegó?
d) ¿Quién defendió alguna vez al paciente antes que al proveedor?
e) ¿Por qué la salud fue botín político durante décadas?
f) ¿Quién explica que hoy haya más acceso universal que antes?
g) ¿Cuántos escándalos se evitaron cerrando las compuertas del negocio?
h) ¿Por qué se exige perfección a un sistema maltratado por años?
i) ¿Cuántos votantes entienden que defender la salud pública es defender su vida?
j) ¿Cuántas zancadillas más deberá sortear Montoya para que el debate sea honesto?
La salud pública no es un regalo: es un país diciéndose a sí mismo que la vida de los pobres importa.

5. ¿Para qué quiere el Edomex una Secretaría de Cultura que confunde cultura con festivales?
Hay quienes creen que la cultura se resuelve con escenarios, danzas itinerantes y una agenda de eventos que gira como tómbola. Nelly Carrasco parece atrapada en esa idea amable y superficial donde la cultura no forma ciudadanía ni pensamiento crítico: apenas entretiene la tarde. En un Estado que necesita memoria, identidad y una conversación consigo mismo, la Secretaría funciona como oficina de programación. Los creadores sobreviven por terquedad, los espacios agonizan sin política pública y los museos avanzan por inercia. Un pueblo sin cultura piensa menos, recuerda menos, exige menos; por eso, importa quién la conduce.
a) ¿Quién convirtió la cultura en agenda de espectáculos?
b) ¿Por qué la política cultural es ahora una mesa de eventos?
c) ¿Dónde quedó el proyecto cultural de un gobierno que presume transformación?
d) ¿Cuántos festivales hacen falta para suplir una estrategia?
e) ¿Qué pasa con escuelas, museos y archivos mientras la Secretaría corta listones?
f) ¿Por qué nadie recuerda que la cultura se diseña, no se improvisa?
g) ¿Cuánta creatividad se pierde con una conducción mínima?
h) ¿Qué mensaje recibe el sector artístico cuando se le trata como escenografía?
i) ¿Por qué la cultura sigue vista como entretenimiento gubernamental?
j) ¿Cuándo entenderemos que sin cultura no hay ciudadanía posible?
La cultura no es un festival, es el largo espejo donde un pueblo decide si quiere reconocerse o seguir fingiendo.
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Dudar no es desconfianza: es higiene cívica. En el Edomex, donde los expedientes hibernan, el agua se negocia, la basura viaja, la salud resiste y la cultura se maquilla, dudar es el mínimo acto de lucidez. Tal vez algún día estas dudas encuentren respuesta; mientras tanto, al menos nos mantienen despiertos.