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Malditas Dudas: ¿Quién quiere descarrilar a Horacio y a Ricardo?

15 de octubre de 2025

**En Toluca y en el Palacio, la consigna parece ser debilitar al que puede ordenar y contener al caos

A. Matamala/ Ad Noticias.

Las guerras internas del poder no se libran con ideas, sino con filtraciones. Horacio Duarte y Ricardo Moreno, símbolos de la transición morenista en el corazón del Edomex, enfrentan hoy un fuego cruzado que no viene del enemigo, sino de los supuestos aliados. En Toluca y en el Palacio, la consigna parece ser debilitar al que puede ordenar y contener al caos.
a) ¿Quién financia las campañas de rumor contra Duarte y Moreno: los desplazados del viejo régimen o los nuevos cortesanos que extrañan las prebendas perdidas?
b) ¿Por qué cada ajuste político en el Edomex activa una maquinaria de lodo tan coordinada, como si existiera una agencia profesional del sabotaje?
c) ¿De veras se teme su poder, o se teme que lo ejerzan con eficacia?
d) ¿Qué buscan los operadores que siembran discordia: el regreso del desorden o la reedición de la obediencia?
e) ¿Cuánto de lo que se publica es análisis, y cuánto simple revancha disfrazada de opinión libre?
Moraleja: en la política mexiquense, la lealtad dura menos que un tuit y el rumor trabaja más horas que el funcionario.

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¿Quién vigila las compras del SEIEM?

En los pasillos del poder educativo se compran desde papelería hasta medicamentos, pasando por uniformes, juguetes y garrafones de agua. El SEIEM gastará más de $480 millones de pesos en adquisiciones consolidadas bajo la licitación 44074001-005-2025, donde once empresas se repartieron el pastel. Todo amparado por la transparencia de un testigo social que certifica que “no se observó irregularidad alguna”. Qué alivio.
a) ¿Puede llamarse “transparente” un proceso donde las mismas empresas de siempre —Proam, Cachembo, Stratford Hoxton, IVOS de México, Broxel— siguen rotando como satélites fieles del presupuesto?
b) ¿Por qué el rubro educativo termina adquiriendo materiales de construcción, combustible y medicinas, como si la enseñanza requiriera más cemento que neuronas?
c) ¿Qué significa que la licitación fuera “binaria”, cuando en la práctica solo gana quien sabe a quién entregarle la cotización correcta?
d) ¿Cuántas de esas empresas viven de licitaciones clonadas entre secretarías, con el mismo padrón de oferentes y los mismos montos redondeados?
e) ¿Qué tan confiable es un “testigo social” que siempre concluye que todo está perfecto, aunque el gasto público siga oliendo a reciclaje presupuestal?
Moraleja: en la educación mexiquense, la transparencia es un espejo limpio donde nadie se atreve a mirar demasiado.

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¿Cuánto más resistirá el PRI antes de quedarse solo en la foto?

La fractura del viejo tricolor ya no se mide en votos, sino en fugas. En Lerma, Miguel Ponce parece tener el pie en la puerta, listo para dejar el partido que ya no gobierna ni su nostalgia. Su eventual salida sería más que un cambio de camiseta: sería el síntoma de que el PRI ya no retiene ni a los suyos. Cuando un alcalde priista renuncia, no se va solo: se lleva consigo la poca legitimidad territorial que queda.
a) ¿Por qué seguir en un partido que ya no ofrece futuro, ni siquiera para sus alcaldes, salvo el triste privilegio de administrar ruinas políticas?
b) ¿Qué empuja a Ponce a saltar: convicción, cálculo o simple instinto de supervivencia?
c) ¿Qué pierde el PRI cuando un alcalde se va: un militante o la ilusión de que todavía gobierna algo?
d) ¿Puede un partido sobrevivir cuando sus últimos cuadros locales migran sin culpa hacia el morenismo o la independencia?
e) ¿Será Lerma el punto de quiebre simbólico donde el PRI confirme que su decadencia ya no es ideológica, sino biológica?
Moraleja: cuando el poder se seca, los leales se convierten en arqueólogos.

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¿Quién gana con los golpes en la universidad de los Mercado Galán?

La rivalidad fraterna no es asunto menor cuando quienes pelean controlan una institución educativa con poder simbólico y económico: la Universidad Isidro Fabela de Toluca, fundada por Carlos Mercado Tovar y Carlota Galán. Los herederos —Ricardo, Adriana, Marina y Almagroria Mercado Galán— ya llevan denuncias penales, asambleas convertidas en trifulcas y alianzas implícitas con redes políticas.
a) ¿Quién factura sus cuotas accionarias con golpes mejor que con firmas: el hermano que se siente despojado o el que reclama más poder?
b) ¿Por qué, en la élite toluqueña, una disputa familiar escala hasta lo público: por ego, por legado o por el apetito de lo que la universidad representa?
c) ¿Cuánto pesa en esa lucha el vínculo de una de ellas con Luis Miranda, exservidor del círculo peñista?
d) ¿Quién tiene realmente el control: el que firma como rector, el que manda en la caja o el que litiga en los juzgados?
e) ¿Cuál es el daño real para la comunidad académica: solo ruido de apellidos o colapso institucional disfrazado de herencia?
Moraleja: cuando una universidad se convierte en botín familiar, ni el conocimiento se salva del saqueo.

¿Dónde se esconde Daniel Sibaja?

El secretario de Movilidad parece haber aprendido el arte más eficaz del político mexiquense: desaparecer justo cuando más se le necesita. Tras el tarifazo al transporte público, Sibaja se convirtió en un prófugo de la opinión pública. Nadie lo ve, nadie lo escucha, pero todos lo pagan. El aumento golpeó al bolsillo ciudadano y al capital político de la 4T mexiquense, mientras él guarda un silencio tan calculado como incómodo.
a) ¿Fue Sibaja quien decidió el alza de tarifas o solo ejecutó una instrucción que venía sellada desde más arriba?
b) ¿Por qué no dio la cara, si fue el rostro que más presumía modernizar el transporte y dignificar al usuario?
c) ¿Qué tan lejos puede llegar un secretario que perdió la confianza del pasaje y del discurso popular que lo sostenía?
d) ¿Se convertirá en el chivo expiatorio que absorba el costo político para que la gobernadora salga ilesa?
e) ¿Puede un gobierno que se dice progresista justificar un aumento regresivo con la excusa del “equilibrio financiero”?
Moraleja: en política, el silencio cuesta menos que la gasolina, pero arde más que el descontento.