Miércoles de ceniza en Amecameca
Es el evento tradicional más grande de Amecameca, el mejor documentado e historiado y cada año es visitado por un promedio estimado de 60 a 100 mil personas.
Es el Miércoles de Ceniza
La celebración que da cierre a los carnavales, en tanto culmina la cuaresma católica, festejo ancestral que tiene por escenario el cerro del Sacromonte, congregando a miles de personas que acuden por diversos motivos, desde el estrictamente religioso hasta el comercial, pasando por un amplio desplegado de intereses como el cumplimiento de ritos de inspiración indígena, compromisos de la danza de conquista y hasta la oportunidad de delinquir, amparados por las multitudes.
El Sacromonte bulle, ríos de personas que acuden a la cita puntuales. Amecameca rompe su cotidianidad para dar paso a movimientos más cadenciosos y limpios.
Al pie del danzante, el bordón del peregrino y el paso del comerciante que busca un lugar para dejar su camioneta.
La actividad se colapsa para dar paso a un tráfago de colores, vendimias y acentos; el sur, tan aparentemente lejano, llega con sus pies alados, con la camisa desabotonada y el sombrero de cintas negras cruzadas.
Los huaraches, inimaginables para el frío de este valle, se funden a los empedrados, las bocinas comienzan su vocinglera de productos milagrosos, que curan el dolor de cabeza, el maldito dolor, la ceguera de los ojos, las carpas cubren una avenida.
¿Avenida?, ¿no gusano monstruoso que vomita dulces? Monstruo de mil tapices de nailon y con ulceritas titilando sus focos incandescentes para que la mercadería no pase desapercibida. Huele a carpa, a romeritos, al dulcísimo ligazón de la miel para el cacahuate: palanqueta le llaman. Huele por cierto a cerveza, su agrio aroma espumoso; a pulque, a todo tipo de deyecciones y polvo.