OPINIÓN. Se dice que: El reacomodo que no huele a nuevo
***No hay épica ni ideología: lo que se disputa son presupuestos, contratos y territorio. En el fondo, el tablero mexiquense no cambia tanto: los métodos envejecen, pero los actores insisten.
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La guerra silenciosa en Palacio
Se aproxima la temporada de ajustes y los movimientos de gabinete se sienten antes de anunciarse. Algunos grupos tantean el terreno, siembran rumores y mueven piezas con la destreza aprendida en los viejos manuales del poder. Es un nuevo régimen, sí, pero ciertas prácticas persisten. Subestiman a la gobernadora, creen que desconocerá el juego, pero si alguien sabe dónde están las lealtades reales es ella. No hay épica ni ideología: lo que se disputa son presupuestos, contratos y territorio. En el fondo, el tablero mexiquense no cambia tanto: los métodos envejecen, pero los actores insisten.
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El juego menor
En la antesala de los ajustes, algunos actores optaron por una estrategia vieja y torpe: provocar fricciones donde no las hay. Desde la sombra intentaron enfrentar a los cuatro colaboradores más eficaces de la gobernadora —Horacio Duarte, Juan Carlos Romero, Trinidad Franco y Óscar Flores— sembrando dudas, inventando agravios y manipulando versiones. La maniobra nació débil: subestimaron la solidez de un núcleo compacto que opera con objetivos claros y comunicación directa. El intento de dividirlos reveló más sobre quienes lo ejecutaron que sobre sus supuestas víctimas. Sin entender que el poder real se construye con gestión y resultados, no con intrigas menores, se exhibieron como piezas prescindibles en un tablero que exige otras destrezas.
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“Mejibús”, promesa en diferido
La anunciada Ruta 4 del Mexibús —que por cierto se pronuncia mejibús, aunque hasta en el discurso oficial insistan en decir meccibús— es, en el mejor de los casos, un proyecto a muy largo plazo. Hablan de integración, modernidad y conectividad, pero las fechas se diluyen: quizá 2027, quizá más allá. Por ahora, parece menos un plan de movilidad y más un placebo narrativo para que la sociedad digiera el inminente aumento de tarifas. Mientras tanto, los concesionarios celebran: el modelo proyectado privilegia el negocio privado, concentrando las ganancias en los mismos grupos de siempre. El relato es de transformación, pero el diseño revela continuidad: infraestructura tardía, beneficios selectivos y una ciudadanía que, de nuevo, paga primero y recibe después.
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Movilidad en punto muerto
La designación de Daniel Sibaja al frente de la Secretaría de Movilidad no respondió a méritos técnicos ni a experiencia probada en el sector: tuvo más que ver con padrinazgos y equilibrios internos. Colocado ahí como cuota política para su antiguo jefe, Mario Delgado, su llegada representó más un gesto de compensación que un proyecto sólido. Hoy, a la luz de los resultados, la posición de Sibaja luce frágil. Los avances son difusos, las promesas incumplen sus propios plazos y, para colmo, ha entrado en un choque abierto con el Secretario Técnico del gabinete, José Cosmares, un operador con altas y bajas que combina capacidad de maniobra con señalamientos incómodos. La confrontación no es solo personal: exhibe una pugna más profunda por control, presupuesto y narrativa. Movilidad, en lugar de ser escaparate de modernización, se ha convertido en espejo de tensiones internas que la gobernadora no podrá ignorar por mucho tiempo.
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El PRI que se multiplica
El PRI no murió, se reprodujo. Ahora anda disfrazado de Verde, se maquilla de MC y hasta se envuelve en los pliegues de Morena. No son conversos iluminados ni políticos arrepentidos en búsqueda de redención: son operadores de siempre, cambiando de camiseta como quien cambia de foto de perfil. Venden experiencia, pero en realidad negocian impunidad; hablan de transformación, pero solo reciclan viejos vicios. En el fondo, el nuevo PRI no es un partido: es una diáspora omnipresente, un enjambre que coloniza estructuras ajenas para seguir en la jugada. Las siglas cambian, los métodos no. Y mientras unos celebran el fin de una era, la vieja cultura política se pasea triunfante, infiltrada en cada esquina del nuevo régimen.
