Amaqueme

OPINIÓN: Se dice que: Vanidad y cuentas pendientes

13 de agosto de 2025

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***De Metepec a Neza, de la UAEMex a Izcalli: egos inflados, cuentas bloqueadas y tiros de feria.

El francotirador de feriaLa franquicia de Quadratín en el Estado de México, que usufructúa el alcalde prianista de MetepecFernando Flores, junto con el portal Toluca Hoy que opera su empleado Gabriel Flores Archundia, se ha vuelto una carabina de plomo contra alcaldes de Morena que le resultan incómodos. Entre sus blancos preferidos, Azucena Cisneros, de Ecatepec, y Daniel Serrano, de Cuautitlán Izcalli. No hay ideología detrás, solo puntería torcida: disparar no para acertar, sino para que el ruido tape sus propios fracasos. Lo suyo no es la crítica, es el tiro al blanco en kermés política, donde el premio no es un peluche, sino el alivio momentáneo a sus complejos. Un alcalde que se mira pequeño no necesita enemigos, se basta con el espejo; pero si además le pones un portal y una franquicia, lo convierte en parque de diversiones para su ego.

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Del templete al banquillo

A Fernando Vilchis, hoy diputado federal por el PT, se le acumulan los problemas como si fueran expedientes en un archivero sin candado. A su historial reciente se suma ahora el intento de desafuero que impulsa el polémico diputado local morenista Octavio Martínez. No es poca caída: hace no mucho quiso ser candidato a gobernador y quedó en segundo lugar; después intentó imponer sucesor en Ecatepec y fracasó; más tarde buscó un escaño en el Senado y volvió a perder. Entre derrota y derrota, frente a las presiones internas, salió de Morena para refugiarse en el PT. Hoy, quienes antes lo aplaudían en el templete, parecen empujarlo hacia el banquillo. ¿Qué hay de fondo? Tal vez viejas cuentas por cobrar, quizá el ajuste final de quienes nunca le perdonaron, no su ambición, sino su manera de ejercerla. Porque en política, perder es malo, pero perder amigos con poder suele ser fatal.

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El libro blanco bajo llave

En los servidores de la Facultad de Ingeniería de la UAEMéx reposa el llamado “libro blanco” con la información contable de la universidad. Las nuevas autoridades no han podido acceder a él, lo que en lenguaje llano significa que no les han entregado las cuentas. La coartada perfecta para no hacerlo es el paro: una cortina de humo tan conveniente que hasta parece diseñada. Tal vez ahí se encuentre la explicación de por qué ciertos grupos de interés se oponen con tanto empeño a que el acceso ocurra. ¿Qué esconden? ¿A qué le temen? La respuesta podría estar en cifras que, al salir a la luz, obligarían a más de uno a explicar contratos, adjudicaciones y favores. El silencio, en este caso, no es prudencia académica: es administración del miedo.

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El ladrillito de Neza

Adolfo Cerqueda, alcalde de Nezahualcóyotl, camina últimamente como si lo hubieran tallado a mano. Las recientes deferencias hacia su figura por parte de la presidenta Sheinbaum, la gobernadora Delfina y la jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, a propósito del Plan Oriente, le han inflado el ego a nivel narciso. Muestra síntomas claros del síndrome del ladrillito: creerse más alto que el podio y más imprescindible que el proyecto mismo. Entre sonrisas y fotos oficiales, ya se imagina convertido en el primer gobernador abiertamente gay del Estado de México. Nada malo en la aspiración, mucho en la actitud: en política, subir dos rayitas de más suele acabar con la caída más aparatosa. Y siempre es mejor ajustar el termostato antes de que la fiebre de grandeza marque irreversible.

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El invitado con libreta

No olviden que mañana estará en el Conversatorio AD Daniel Serrano, alcalde de Cuautitlán Izcalli. Llega con un municipio que parece diseñado para poner a prueba la paciencia y el oficio político: problemas urbanos, administrativos y políticos que no se resuelven con discursos, sino con confrontar inercias y desmontar viejas redes de intereses. Entre oposiciones leales y desleales, ha buscado imponer orden, pero en el Edomex gobernar desde la izquierda es remar contra décadas de feudos camuflados. La pregunta es si podrá sostener el timón sin romper las cuerdas que lo atan a sus propios aliados, y si está dispuesto a pagar el costo político de desmantelar a quienes viven de que nada cambie.