PLATILLO PREHISPÁNICO| Los tamales, el alimento sagrado de los rituales mexicas
Arqueólogo Jaime Noyola Rocha.
Cronista Municipal de Chalco
(Primera parte)
[Dijeron a Moctezuma los nobles de Tlalmanalco] “…que viniera
tras de ellos a comer los tamales de maíz cocidos en hojas
secas de mazorcas de maíz y las tortillas dobladas y remojadas
en salsa que lo estaban esperando…”
Chimalpahin
Los tamales ocupan un lugar importante en la vida cotidiana de las culturas de México, además fueron el alimento sagrado utilizado en los rituales religiosos, en las grandes celebraciones colectivas y en las ofrendas dispuestas en enterramientos y tumbas.
En tiempos prehispánicos el relleno o la presa de los tamales era bastante diverso: guajolote, rana, conejo, pescado, huevo de guajolote, calabaza, miel, frutas y frijoles.
También eran comunes los tamales simples sin relleno y diferían de los tamales actuales en que no contenían grasa.
Como ha escrito Jacques Soustelle, refiriéndose a la buena mesa de los dirigentes del Anáhuac y en la que enfatiza el lugar central que ocupaban los tamales:
“…Entre los manjares que más apreciaban los dirigentes, se pueden citar los tamales rellenos de carne, los caracoles y la fruta –ésta última servida con caldo de aves-; ranas con salsa de chile, pescado blanco (iztac michi) con chile y tomate; axolotl, especie de renacuajo de México que era considerado como un manjar especialmente delicado, sazonado con chile amarillo; pescado servido con una salsa de pepitas de calabaza molidas; otros pescados con frutas ácidas análogas a nuestras cerezas; hormigas aladas; gusanos de maguey (ineocuilin); atole de maíz y de huauhtli salado o azucarado, con chile o con miel, judías verdes, ejotes (exotl), raíces de diversas especies como el camotli…”[1]
Pero ya entrando en materia con respecto al alimento sagrado usado en lo ceremoniales religiosos mexicas, según la prolija información recogida por fray Bernardino de Sahagún entre los informantes indígenas en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco.
El fraile hace una amplia descripción de las ceremonias celebradas en Tenochtitlan durante las 18 veintenas del año indígena en honor de sus dioses.
En la primera veintena a inicios de año celebraban fiesta en honor de Xipe Tótec y Huitzilopochtli, Sahagún escribe:
“…En las casas reales se aderezaban con divisas y plumajes ricos… y llevaban (como ofrenda) en sus manos en lugar de flores todo género de tamales y tortillas; iban aderezados con maíz tostado, que llamaban momochtli…” [2]
El último día de la veintena llevaban las primeras flores que nacían aquel año en honor de la diosa Coatlicue:
“…En esta fiesta hacían unos tamales que se llamaban tzatzapaltamalli, hechos de bledos y cenizos; hacían esos tamales los del barrio Coatlan y los ofrecían en el (templo), delante de la diosa Coatlicue…”[3]
El fraile franciscano señala la fiesta que hacían en homenaje a Tezcatlipoca en la quinta veintena del año:
“…En el mes toxcatl hacían la fiesta de pascua a honra del principal dios…Tezcatlipoca…le ofrendaban tamales y otras comidas a la puesta del sol…”[4]
En la octava veintena los señores hacían una gran comida a los macehuales, la gente más pobre, la ocasión ameritaba la elaboración de una enorme cantidad de tamales de variados sabores que distribuían en sus casas.
En el mes “…Uey tecuílhuitl (los señores) daban de comer durante cuatro o cinco días a los pobres…Bebían chianpinolli… Servían tamales… (dándoles) a cada uno todos los tamales que podían tomar con un mano; daban tamales de muchas maneras: (así los) llamaban tenextamalli…[tamales de cal] xocotamalli [tamal de fruta, “tamal rosado”]…miauatamalli [tamal de espigas de maíz]…yacacoltamalli [tamal fino]… necutamalli [tamal de miel]… yacacollaoyo [pastel de maíz tierno, de elote]… exococolotlaoyo [empanada de fríjol fino]…”[5]
En ese mismo mes reverenciaban a la diosa Xilonen, una de las diosas del maíz, correspondiente al momento en que la planta de maíz echa los primeros xilotes en la milpa.
“…A los diez días de este mes celebraban la fiesta… Uey tecuílhuitl a honra de la diosa Xilonen… todos comían xilotes y cañas de maíz… En esta fiesta todos comían unos tamales, que llaman xocotamalli y hacían ofrendas de sus dioses en sus casas…” [6]
Una gran fiesta era celebrada en honor a Huitzilopochtli el principal dios mexica, los preparativos ocupaban a todos los pueblos hasta la madrugada del día de la celebración.
En el mes…Tlaxochimalco… (en todos los) pueblos hacían tamales y mataban gallinas y perrillos… (trabajaban) toda la noche sin dormir…otro día muy de mañana era la fiesta de Huitzilopochtli (los ministros de los templos) ofrecían flores, incienso y comida… y así se hacía en todas las casas…” [7]
En la décima veintena honraban al dios del fuego y al parecer esta fiesta está en el origen del festejo mexicano del “palo encebado”, ya que traían del monte un gran árbol y lo colocaban en la plaza con la misma dinámica de colocar bienes en la punta y lo jóvenes trataban de ascender en él y apropiarse de las insignias guerreras. Así lo describe Sahagún:
En el mes Xócol huetzi cortaban un gran árbol en el monte, levantaban el árbol con gran grita en (el templo) y ahí se estaba durante 20 días…hacían una estatua, como de hombre, hecha de masa de semillas de bledos…sobre la cabeza de la imagen ponían… tres tamales grandes hechos de masa de semillas de bledos… en honor de Xiuhtecuhtli, dios del fuego…Ya vestido el palo, lo volvían a levantar… los mancebos trataban de subir al árbol, mientras la danza llenaba todo el patio… pocos llegaban arriba y el que primero llegaba tomaba la estatua del (dios) y los dardos con que estaba armado y el atlatl, tomaba también los tamales (los) desmenuzaba y los arrojaba sobre la gente que estaba abajo…”[8]
En la doceava veintena del año celebraban al dios Tezcatlipoca colocando ofrendas de maíz.
“…En el mes Teotleco…que quiere decir la llegada de los dioses… ponían momoztlis con ofrendas, chiquihuites de maíz o cuatro mazorcas…en la noche viejos y viejas bebían pulque, decían que lavaban los pies del dios Telpochtli, que había llegado de camino…” (Acostumbraban) poner a media noche un montoncito de harina de maíz sobre un petate…en ese montecillo se veía cuándo habían llegado los dioses, porque aparecía una pisada de pie pequeño sobre la harina y entonces entendían que habían llegado los dioses… (Un ministro) daba aviso: ¡Venido a su majestad! Todos se levantaban y tocaban sus caracoles y cornetas en todos los barrios y en todos los pueblos…Iban todos a los (templos) y lo que ofrecían eran aquellos tamales de semillas…”[9]
La treceava veintena a honra de la “fiesta del cerro”, en las cimas donde se juntan las nubes y está la zona de parteaguas, donde habitan los tlaloques y Tláloc el dios del agua, honraban a los rayados y a los muertos ahogados.
“…En el mes Tepéilhuitl la fiesta era en honor de los montes altos donde se juntaban las nubes, y en memoria de los que habían muerto en agua o heridos de rayo…Hacían imágenes de los muertos los ponían en los montes en sus adoratorios…les ofrecían comida, tamales y mazmorra, o cazuela hecha de gallina o de carne de perro…”[10]
La catorceava veintena estaba destinada a la cacería y a la fabricación colectiva de flechas y era muy interesante, ya que los jóvenes cazadores empatizaban con las presas de caza, al sangrar sus orejas y compartir así simbólicamente el dolor de los ciervos. En el mes Quecholli los que tenían a cargo los barrios y los soldados traían una carga de cañas para hacer (flechas), y ofrecían todas aquellas cañas a Huitzilopochtli… todos los muchachos se sangraban las orejas y se la untaban en el rostro [con sangre], lo hacían en memoria de los ciervos que habían de ir a cazar…En el patio de Huitzilopochtli tenochcas y tlatelolcas comenzaban a hacer (flechas), ese día le llamaban tlacati in tlacochtli…y terminadas hacían haces de 20 piezas y las (apilaban) juntas delante de Huitzilopochtli
[1] Jacques Soustelle, La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la Conquista, FCE, 7ª Reimpresión, México 1984, p.154.
[2] Sahagún, Fray Bernardino. Historia general de las cosas de la Nueva España, Editorial Porrúa, México 1975, p. 103.
[3] Op. cit.p.104.
[4] Ibid. p. 110.
[5] Ibid. p. 122.
[6] Op. cit. p. 126.
[7] Ibid. p. 127.
[8] Ibid p. 131.
[9] Op. cit. pp. 136-137
[10] Ibid, p. 138.
Los tamales, el alimento sagrado de los rituales mexicas.
Arqueólogo Jaime Noyola Rocha.
Cronista Municipal de Chalco
[Dijeron a Moctezuma los nobles de Tlalmanalco] “…que viniera
tras de ellos a comer los tamales de maíz cocidos en hojas
secas de mazorcas de maíz y las tortillas dobladas y remojadas
en salsa que lo estaban esperando…”
Chimalpahin
Los tamales ocupan un lugar importante en la vida cotidiana de las culturas de México, además fueron el alimento sagrado utilizado en los rituales religiosos, en las grandes celebraciones colectivas y en las ofrendas dispuestas en enterramientos y tumbas.
En tiempos prehispánicos el relleno o la presa de los tamales era bastante diverso: guajolote, rana, conejo, pescado, huevo de guajolote, calabaza, miel, frutas y frijoles.
También eran comunes los tamales simples sin relleno y diferían de los tamales actuales en que no contenían grasa.
Como ha escrito Jacques Soustelle, refiriéndose a la buena mesa de los dirigentes del Anáhuac y en la que enfatiza el lugar central que ocupaban los tamales:
“…Entre los manjares que más apreciaban los dirigentes, se pueden citar los tamales rellenos de carne, los caracoles y la fruta –ésta última servida con caldo de aves-; ranas con salsa de chile, pescado blanco (iztac michi) con chile y tomate; axolotl, especie de renacuajo de México que era considerado como un manjar especialmente delicado, sazonado con chile amarillo; pescado servido con una salsa de pepitas de calabaza molidas; otros pescados con frutas ácidas análogas a nuestras cerezas; hormigas aladas; gusanos de maguey (ineocuilin); atole de maíz y de huauhtli salado o azucarado, con chile o con miel, judías verdes, ejotes (exotl), raíces de diversas especies como el camotli…”[1]
Pero ya entrando en materia con respecto al alimento sagrado usado en lo ceremoniales religiosos mexicas, según la prolija información recogida por fray Bernardino de Sahagún entre los informantes indígenas en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco.
El fraile hace una amplia descripción de las ceremonias celebradas en Tenochtitlan durante las 18 veintenas del año indígena en honor de sus dioses.
En la primera veintena a inicios de año celebraban fiesta en honor de Xipe Tótec y Huitzilopochtli, Sahagún escribe:
“…En las casas reales se aderezaban con divisas y plumajes ricos… y llevaban (como ofrenda) en sus manos en lugar de flores todo género de tamales y tortillas; iban aderezados con maíz tostado, que llamaban momochtli…” [2]
El último día de la veintena llevaban las primeras flores que nacían aquel año en honor de la diosa Coatlicue:
“…En esta fiesta hacían unos tamales que se llamaban tzatzapaltamalli, hechos de bledos y cenizos; hacían esos tamales los del barrio Coatlan y los ofrecían en el (templo), delante de la diosa Coatlicue…”[3]
El fraile franciscano señala la fiesta que hacían en homenaje a Tezcatlipoca en la quinta veintena del año:
“…En el mes toxcatl hacían la fiesta de pascua a honra del principal dios…Tezcatlipoca…le ofrendaban tamales y otras comidas a la puesta del sol…”[4]
En la octava veintena los señores hacían una gran comida a los macehuales, la gente más pobre, la ocasión ameritaba la elaboración de una enorme cantidad de tamales de variados sabores que distribuían en sus casas.
En el mes “…Uey tecuílhuitl (los señores) daban de comer durante cuatro o cinco días a los pobres…Bebían chianpinolli… Servían tamales… (dándoles) a cada uno todos los tamales que podían tomar con un mano; daban tamales de muchas maneras: (así los) llamaban tenextamalli…[tamales de cal] xocotamalli [tamal de fruta, “tamal rosado”]…miauatamalli [tamal de espigas de maíz]…yacacoltamalli [tamal fino]… necutamalli [tamal de miel]… yacacollaoyo [pastel de maíz tierno, de elote]… exococolotlaoyo [empanada de fríjol fino]…”[5]
En ese mismo mes reverenciaban a la diosa Xilonen, una de las diosas del maíz, correspondiente al momento en que la planta de maíz echa los primeros xilotes en la milpa.
“…A los diez días de este mes celebraban la fiesta… Uey tecuílhuitl a honra de la diosa Xilonen… todos comían xilotes y cañas de maíz… En esta fiesta todos comían unos tamales, que llaman xocotamalli y hacían ofrendas de sus dioses en sus casas…” [6]
Una gran fiesta era celebrada en honor a Huitzilopochtli el principal dios mexica, los preparativos ocupaban a todos los pueblos hasta la madrugada del día de la celebración.
En el mes…Tlaxochimalco… (en todos los) pueblos hacían tamales y mataban gallinas y perrillos… (trabajaban) toda la noche sin dormir…otro día muy de mañana era la fiesta de Huitzilopochtli (los ministros de los templos) ofrecían flores, incienso y comida… y así se hacía en todas las casas…” [7]
En la décima veintena honraban al dios del fuego y al parecer esta fiesta está en el origen del festejo mexicano del “palo encebado”, ya que traían del monte un gran árbol y lo colocaban en la plaza con la misma dinámica de colocar bienes en la punta y lo jóvenes trataban de ascender en él y apropiarse de las insignias guerreras. Así lo describe Sahagún:
En el mes Xócol huetzi cortaban un gran árbol en el monte, levantaban el árbol con gran grita en (el templo) y ahí se estaba durante 20 días…hacían una estatua, como de hombre, hecha de masa de semillas de bledos…sobre la cabeza de la imagen ponían… tres tamales grandes hechos de masa de semillas de bledos… en honor de Xiuhtecuhtli, dios del fuego…Ya vestido el palo, lo volvían a levantar… los mancebos trataban de subir al árbol, mientras la danza llenaba todo el patio… pocos llegaban arriba y el que primero llegaba tomaba la estatua del (dios) y los dardos con que estaba armado y el atlatl, tomaba también los tamales (los) desmenuzaba y los arrojaba sobre la gente que estaba abajo…”[8]
En la doceava veintena del año celebraban al dios Tezcatlipoca colocando ofrendas de maíz.
“…En el mes Teotleco…que quiere decir la llegada de los dioses… ponían momoztlis con ofrendas, chiquihuites de maíz o cuatro mazorcas…en la noche viejos y viejas bebían pulque, decían que lavaban los pies del dios Telpochtli, que había llegado de camino…” (Acostumbraban) poner a media noche un montoncito de harina de maíz sobre un petate…en ese montecillo se veía cuándo habían llegado los dioses, porque aparecía una pisada de pie pequeño sobre la harina y entonces entendían que habían llegado los dioses… (Un ministro) daba aviso: ¡Venido a su majestad! Todos se levantaban y tocaban sus caracoles y cornetas en todos los barrios y en todos los pueblos…Iban todos a los (templos) y lo que ofrecían eran aquellos tamales de semillas…”[9]
La treceava veintena a honra de la “fiesta del cerro”, en las cimas donde se juntan las nubes y está la zona de parteaguas, donde habitan los tlaloques y Tláloc el dios del agua, honraban a los rayados y a los muertos ahogados.
“…En el mes Tepéilhuitl la fiesta era en honor de los montes altos donde se juntaban las nubes, y en memoria de los que habían muerto en agua o heridos de rayo…Hacían imágenes de los muertos los ponían en los montes en sus adoratorios…les ofrecían comida, tamales y mazmorra, o cazuela hecha de gallina o de carne de perro…”[10]
La catorceava veintena estaba destinada a la cacería y a la fabricación colectiva de flechas y era muy interesante, ya que los jóvenes cazadores empatizaban con las presas de caza, al sangrar sus orejas y compartir así simbólicamente el dolor de los ciervos. En el mes Quecholli los que tenían a cargo los barrios y los soldados traían una carga de cañas para hacer (flechas), y ofrecían todas aquellas cañas a Huitzilopochtli… todos los muchachos se sangraban las orejas y se la untaban en el rostro [con sangre], lo hacían en memoria de los ciervos que habían de ir a cazar…En el patio de Huitzilopochtli tenochcas y tlatelolcas comenzaban a hacer (flechas), ese día le llamaban tlacati in tlacochtli…y terminadas hacían haces de 20 piezas y las (apilaban) juntas delante de Huitzilopochtli
[1] Jacques Soustelle, La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la Conquista, FCE, 7ª Reimpresión, México 1984, p.154.
[2] Sahagún, Fray Bernardino. Historia general de las cosas de la Nueva España, Editorial Porrúa, México 1975, p. 103.
[3] Op. cit.p.104.
[4] Ibid. p. 110.
[5] Ibid. p. 122.
[6] Op. cit. p. 126.
[7] Ibid. p. 127.
[8] Ibid p. 131.
[9] Op. cit. pp. 136-137
[10] Ibid, p. 138.