SE DICE QUE: El blindado del miedo
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*** Fernando Flores, alcalde de Metepec se mueve con una decena de guaruras armados. Dice que es el municipio más seguro del Edoméx, pero viaja en camioneta blindada.
Fernando Flores se mueve por Metepec rodeado de una decena de guaruras armados, pegados a su espalda y siempre al acecho, listos para reaccionar contra quien sea si creen que su jefe corre riesgo. ¿A qué le teme el alcalde que presume haber convertido al municipio en el más seguro del Estado de México? La escena raya en la contradicción: camioneta blindada, hombres tensos que rastrean cada gesto ciudadano, mientras el discurso oficial presume cifras a la baja y una policía “profesionalizada” bajo estándares internacionales. El absurdo se exhibe solo: si la seguridad es tan sólida, ¿por qué cargar con un ejército personal? La paradoja se agranda al recordar que su jefe de la policía, Jesús Ramírez Manzur, ha sobrevivido a tres administraciones con idéntica narrativa y hoy asoma como el heredero que Flores pretende imponer. En el fondo, el blindaje no protege al alcalde de la violencia, sino de la evidencia: en Metepec, el miedo marcha a su lado y la confianza quedó atrapada en el discurso.
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La caída de Trini
No es una caída por pérdida de cargo, sino por el derrumbe de la expectativa que la rodeaba. La Oficialía Mayor fue diseñada a la medida de Trinidad Franco Arpero, un despacho erigido sobre la enorme confianza de la gobernadora. No era oficina menor: desde ahí se manejaba el sistema de compras públicas, ese corazón donde en el viejo régimen se amasaron fortunas con contratos torcidos. Trini llegó como voz paralela de Delfina, administradora de la moral administrativa, guardiana de una limpieza prometida. Y, sin embargo, algo se quebró. La historia aún no se cuenta entera: murmullos de tensiones, desencuentros, desconfianzas que devoraron el aura de intocable. La caída de Trini no requiere festejo, porque cebarse con quien tropieza es vileza; lo que resta es observar el vacío y esperar a que el tiempo explique qué pasó con la mujer que un día fue reflejo de la gobernadora.
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El club de Salinas
La biografía de Ricardo Salinas Pliego es la parábola del capitalismo prianista: un tranza contumaz que convirtió la trampa en método de acumulación. Pero el magnate no delinque en solitario; lo respalda un séquito de asesores que sostienen su imperio en cada frente. En las finanzas y la ingeniería fiscal manda Pedro Padilla Longoria, cerebro de confianza que diseña esquemas y administra riesgos; lo acompaña Alejandro Elizondo, operador financiero en Banco Azteca, y Eduardo Sepúlveda, especialista en estructuras contables a la medida. En el terreno jurídico se imponen Francisco Borrego, vicepresidente legal y notario en Edomex, junto a Salvador Rocha Díaz, abogado de litigios estratégicos. La imagen y las relaciones políticas quedan en manos de Tristán Canales Najjar, operador con gobiernos y narrador de conveniencias, mientras que en el frente mediático y empresarial figura Benjamín Salinas Sada, heredero y vicepresidente de TV Azteca. A ellos se suma la voz reputacional de Luis Niño de Rivera, que durante años vendió como modernidad lo que eran maniobras de Banco Azteca. Todos forman un staff de perversos de nómina, especialistas en maquillar balances, negociar privilegios y blindar contratos. En el Edomex, sus tentáculos se extienden de Banco Azteca y Elektra a Italika, Totalplay y TV Azteca, con contratos de publicidad oficial y ventajas que ningún empresario común obtendría. La historia de Salinas no es la del outsider rebelde, sino la de un cacique moderno sostenido por un clan prianista que convirtió la rapiña en sistema.
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¿Cuánto vale el mercado del refresco en Edomex?
En el Estado de México, el consumo anual de refrescos alcanza los 3 mil millones de litros, con un valor de mercado cercano a 60 mil millones de pesos. Eso significa que cada mexiquense bebe en promedio 166 litros al año (unos 14 al mes) y gasta alrededor de 3 mil 300 pesos anuales en gaseosas. Para dimensionar: los mexiquenses destinan más dinero al refresco que lo que el propio Estado invierte en la UAEMéx en un año. Y si el impuesto especial aumentara en 1 peso por litro, la recaudación extra superaría los 3 mil millones de pesos; con la propuesta de 2026 de 1.43 pesos por litro, se rozarían los 4 mil 300 millones. Con esos números, cualquier discurso que minimice la carga del azúcar embotellada es cinismo puro: el refresco no solo enferma, también retrata la estructura de un Estado que recauda menos de lo que consume.
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El PAN dividido en dos
Las recientes elecciones internas del PAN mexiquense confirmaron que el control no está donde muchos creían. El gran ganador fue Anuar Azar, presidente formal y legal del partido, que logró colocar a su gente en 70 comités municipales, asegurando la maquinaria territorial azul. En cambio, Enrique Vargas, autoproclamado líder máximo, apenas pudo incidir en 20 comités, quedando lejos de la fuerza que presume en discursos y fotografías. El resultado dibuja un panismo partido en dos: de un lado, la institucionalidad que encabeza Azar, capaz de operar con eficacia; del otro, el caudillismo personal de Vargas, reducido a un feudo cada vez más estrecho. El mensaje es claro: mientras unos se entretienen en autopromociones, Anuar Azar se consolida como el verdadero articulador del panismo en Edomex.
