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Se dice que: El Mayordomo del Palacio

22 de octubre de 2025

***No aspira al poder porque ya lo tiene, y no se desgasta pensando en el futuro porque gobierna el presente. Su mayor habilidad no es mandar, sino lograr que todos crean que obedecen por voluntad propia. ¿Quién es?

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En la historia del poder, el mayordomo ha sido siempre una criatura fascinante: no reina, pero manda; no tiene corona, pero administra los secretos de la corte. Es el guardián de la llave y del rumor, el que conoce el apetito de los príncipes y la hora exacta en que deben servirse los platos. No aparece en los retratos oficiales porque su poder no necesita testigos.

Es la encarnación del control silencioso, del mando que no se vota ni se discute. En el Palacio actual —ese edificio donde los símbolos pesan más que las decisiones—, el mayordomo sigue vivo. Ya no lleva charola ni uniforme: viste de discreción, maneja la agenda, arbitra las lealtades y limpia las huellas del día anterior. No aspira al poder porque ya lo tiene, y no se desgasta pensando en el futuro porque gobierna el presente. Su mayor habilidad no es mandar, sino lograr que todos crean que obedecen por voluntad propia. ¿Quién es?

La llegada de Mónica Chávez

En el gobierno hay cargos que valen más por la cercanía que por el poder formal. La Oficialía Mayor es uno de ellos: ahí se controla el dinero, las firmas y los tiempos. No manda, pero puede frenar o acelerar todo. La llegada de Mónica Chávez no es un simple movimiento administrativo: es una decisión de confianza. La gobernadora necesitaba a alguien de su entera lealtad, sin historia ajena ni compromisos heredados. Alguien que cuide la puerta, no que busque abrir otra. Su arribo habla de orden, de control y de un mensaje claro hacia dentro: la confianza ya no se reparte, se concentra. Y cuando eso pasa, el poder empieza a volverse personal.

El PRI y la bolsa chica

El PRI estatal camina hacia 2027 como un partido que ya no juega a ganar, sino a sobrevivir. Sin dinero, sin estructura territorial, sin militancia real y con sus viejos liderazgos en fuga o en retiro, su horizonte dejó de ser el poder: ahora es la subsistencia. La estrategia no pasa por conquistar alcaldías ni diputaciones de mayoría, sino por asegurar unas cuantas posiciones de representación proporcional, algunas regidurías, tal vez una sindicatura y, con suerte, un par de curules. En el nuevo mapa político, su ambición cabe en una servilleta. Ya no compite por el Estado, compite por seguir existiendo. Porque cuando la estructura se derrumba y la lealtad se alquila, la única ideología que queda es la del presupuesto mínimo.

Elías y la hora del espejo

Elías Rescala, aquel que con Del Mazo jugó al hombre fuerte, hoy es apenas la sombra burocrática de lo que creyó ser. Ya es diputado, sí, pero sin voz, sin peso y sin margen. En otro tiempo presumía mando; ahora, obedece consignas. Hace lo que le pide Cristina, guarda silencio frente al gobierno y repite líneas que ya no le pertenecen. Es el clásico tonto útil del sistema: útil porque todavía estorba a otros, tonto porque cree que eso es influencia. Lo que antes fue poder prestado se volvió rutina parlamentaria. No podrá ganar nada por sí mismo, ni cargo ni respeto. El político que hablaba de futuro ahora flota, sin corriente ni destino, en el estanque tibio de la irrelevancia.

Primera llamada, primera

La nueva temporada del Conversatorio AD está por iniciar: serán nueve capítulos que abrirán conversación pública sobre temas de actualidad e interés general. Un espacio para escuchar, contrastar y comprender lo que realmente importa. Estamos por arrancar. ¡Primera llamada, primera!