Se dice que: El orden de Delfina y el desorden de todos los demás
La Auditoría Superior de la Federación validó un récord histórico de transparencia en el gasto mexiquense. Sin embargo, la inseguridad sigue siendo el talón de Aquiles del gobierno de Delfina Gómez
La gobernadora del Estado de México tiene algo que ninguno de sus antecesores: un expediente limpio ante la Auditoría Superior de la Federación. El informe de la Cuenta Pública 2024 muestra que el Edomex tuvo menos del 0.6 % del gasto observado, un récord histórico en pulcritud. No hubo desfalcos, ni moches, ni triangulaciones evidentes. La 4T mexiquense no roba; a veces, apenas administra. Sin embargo, el orden contable no oculta las zonas grises del aparato. La ASF detectó rezagos y observaciones técnicas en capítulos de servicios personales, adquisiciones y transferencias: ahí, donde la honestidad no basta, gobierna la inercia burocrática.
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Paulina Moreno: la tecnócrata que no entendió la transformación
La exsecretaria de Finanzas fue el corazón frío de la administración. Su lógica fue contable, no política. Mantuvo esquemas heredados del delmazoísmo: triangulaciones presupuestales, pagos diferidos, subejercicios en inversión pública. En un régimen que presume cercanía con el pueblo, Moreno hablaba el idioma del balance, no el de la redistribución. Las “observaciones” de la ASF no la acusan de corrupción, sino de rigidez: exceso de control técnico que produjo lentitud, burocracia y silencios contables. Fue honesta, sí, pero incapaz de entender que la transparencia no se decreta, se gestiona. Su salida fue consecuencia natural del desfase entre la política social y la ortodoxia financiera.
Trinidad Franco y el fin del poder invisible
En la Oficialía Mayor, Trinidad Franco tejió la red más silenciosa y resistente del viejo aparato. De ella dependían compras, nómina y contratos: el esqueleto del gobierno. La ASF localizó inconsistencias en esas áreas, no por robo, sino por el clásico “faltan documentos”. En realidad, lo que faltaba era liderazgo administrativo. Franco administraba con fórmulas del pasado, sosteniendo a un funcionariado que se creía eterno. Su salida simboliza el cierre de esa etapa: la sustitución del burócrata intocable por el gestor transparente. Delfina, fiel a su estilo, no hizo ruido; simplemente apagó la luz en el cuarto donde se guardaban las sombras.
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El cinturón del miedo: Ecatepec, Tlalnepantla, Naucalpan y la paradoja de Metepec
El Informe ENSU 2025 confirma lo que todos saben y pocos admiten: el miedo en el Edomex tiene código postal. En Ecatepec, más del 84 % de los habitantes se sienten inseguros; Tlalnepantla y Naucalpan no se quedan atrás, con 80 % y 82 %, respectivamente. No son cifras, son atmósferas: el transporte, las calles, los cajeros, el alumbrado… todo remite a la sensación de estar expuesto. El morenismo gobierna sobre ruinas urbanas donde la inseguridad ya no es delito, sino cultura. En Metepec, la paradoja: un municipio con alto ingreso per cápita y uno de los índices de victimización más crecientes del valle. Su comisario, Jesús Ramírez Manzur, presume reducción de delitos, pero las encuestas y las redes lo desmienten: la gente no confía en la policía. Tres administraciones lo han ratificado y el resultado es el mismo: la impunidad como política pública. En contraste, Toluca mejora levemente: de 78.9 % a 75.6 % en percepción de inseguridad. No es milagro, es gestión. El dato moral es simple: la seguridad se construye con confianza, no con patrullas.
Un gobierno limpio en un territorio sucio
El contraste es brutal: un Edomex con finanzas ordenadas y calles descompuestas. Delfina Gómez encarna la probidad y la disciplina, pero gobierna sobre un ecosistema moral corroído por décadas de simulación priista. Los números de la ASF la absuelven, las cifras del INEGI la atormentan. Mientras su gobierno limpia los papeles, los municipios ensucian el presente. La gobernadora está haciendo lo correcto, pero la percepción ciudadana no se mide en actas de solventación, sino en la esquina mal iluminada donde un vecino ya no saluda por miedo. La transición ética avanza arriba, pero abajo la cultura del miedo sigue administrando la política
