SE DICE QUE: El poder del dinero sobre la política
**Es hora de quebrar esa lógica y recordar que en una democracia no hay tronos de dinero, solo ciudadanos iguales ante la ley
Redacción AD Noticias
El caso Salinas Pliego no es un pleito aislado entre un empresario y el fisco, sino la radiografía de un país que ha confundido el poder con la impunidad. Durante años nos entretuvimos en denunciar la mediocridad ética y técnica de la clase política, como si allí residiera el mal mayor, cuando en realidad la clase empresarial se convirtió en el auténtico soberano de la etapa neoliberal. Fueron ellos quienes dictaron la agenda, mientras los políticos operaban como empleados con salario público y obediencia privada. Ese es el verdadero legado del capitalismo de cuates: un sistema donde la riqueza compra silencios, fabrica consensos y administra al Estado como sucursal. La cuestión epistemológica es clara: si el conocimiento público sigue ciego ante esta simbiosis, la República continuará siendo rehén de quienes confunden fortuna con derecho divino. Es hora de quebrar esa lógica y recordar que en una democracia no hay tronos de dinero, solo ciudadanos iguales ante la ley.
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El réquiem del PRI
El PRI no desaparece: se disuelve como sal en agua turbia. Su vaciamiento es evidente: votantes, militantes y dirigentes se han convertido en diáspora errante, buscando refugio en Morena, en el Verde o en MC, pero jamás en el PAN, partido que para ellos es más náusea que alternativa. No hay épica en su final, apenas una lenta mutación de intereses que se reciclan bajo nuevos colores, sin memoria ni pudor. En el Estado de México la escena es brutal: Cristina Ruiz aparece como la viuda del PRI, custodiando un cadáver político al que nadie quiere enterrar porque aún sirve de coartada para negociar. Lo que alguna vez fue maquinaria invencible es hoy ritual de sombras, un eco hueco que se arrastra, incapaz de reconocerse muerto, pero funcional para los vivos que lo usufructúan.
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Laura González se queda
En medio de especulaciones sobre movimientos en el gabinete, Laura González, secretaria de Desarrollo Económico, no está en la lista de cambios. Su continuidad se explica en una sola palabra: resultados. Ha demostrado capacidad técnica, eficacia y visión estratégica en un entorno donde predominan la grilla y las cuotas. La gobernadora la mantiene con alta valoración, y eso basta para dejar claro que su lugar no se discute. Mientras otros cargos tambalean entre rumores y desgastes, en Desarrollo Económico la conducción de Laura no se toca.
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Zarza contra la inercia
La llegada de Patricia Zarza a la rectoría no ha desactivado a los grupos de intereses creados: mantienen la resistencia con la disciplina de quienes durante años controlaron los hilos sensibles de la universidad. Pretenden reducir al mínimo sus pérdidas y conseguir una liquidación de guerra, como si la institución fuese botín. Zarza, sin embargo, se mantiene firme y no parece dispuesta a ceder, consciente de que claudicar significaría devolverles el mando. El único punto frágil en el nuevo rectorado se encuentra en ciertos integrantes de su equipo, que no alcanzan la nota y amenazan con restarle fuerza a una administración que, de otra manera, se perfila sólida.
Cerqueda y el espejo
El alcalde de Nezahualcóyotl, Adolfo Cerqueda, ha recibido deferencias poco comunes de la presidenta Sheinbaum y de la gobernadora Delfina, y eso ha inflado un ego que ya empieza a notarse en cada gesto. No es ingenuo ni incapaz, al contrario, tiene futuro político, pero el peligro es que confunda la cortesía de arriba con patente de grandeza. Una pastilla de humildad le vendría bien para bajar el volumen a ese narcisismo prematuro que puede arruinarle la proyección. La política de Neza es dura y de lealtades frágiles; si Cerqueda no calibra, puede perder el piso antes de consolidarse. Que le baje tres rayitas a la soberbia, porque talento tiene, pero la soberbia sin freno siempre termina por devorar al político que la alimenta.
