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SE DICE QUE: El Verde deja de ser adorno en Edomex

6 de octubre de 2025

**Pepe Couttolenc convirtió votos en estructura. 77% más sufragios, 8 curules y 19 alcaldías. Rumbo 2029 será protagonista.

AD noticias.

Es casi inevitable pensar que Pepe Couttolenc será candidato a la gubernatura en 2029, porque se ha convertido en la figura más consolidada del PVEM en el Estado de México y su proyección trasciende el papel de aliado menor; los datos lo sostienen: en tres años el Verde creció 77 % en votos, saltó de 2 a 8 curules, conquistó 19 presidencias municipales y se instaló como socio clave de la mayoría morenista; a sus 35 años, con visibilidad nacional y un aparato territorial en expansión, Pepe no es solo joven promesa, es la realidad de un partido bisagra que aprendió a convertir cada punto porcentual en poder negociador, y si al pragmatismo que lo define le agrega un programa claro y consistente, podrá convertirse en un político completo y muy competitivo rumbo a 2029.

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En Edomex, la política siempre fue fábrica de millonarios sin escrúpulos

La reciente exhibición del enriquecimiento de “Alito” Moreno parecería escandalosa si no fuera porque, en comparación con lo ocurrido en el Edomex durante décadas, se queda corta: aquí abundan las historias de políticos de todos los partidos que amasaron fortunas grotescas, con residencias, ranchos, flotas de autos y cuentas imposibles de justificar; durante años, el ejercicio público fue visto como la vía más rápida para volverse inmensamente rico, incluso sin saber leer con soltura, solo con un requisito indispensable: carecer de escrúpulos, pues la cultura política local normalizó que el poder fuera caja registradora y no servicio público, dejando una estela de caciques que hacen ver a los pillos nacionales como aprendices.

Cervantes barre con sus antecesores, pero la reforma sigue pendiente

Las comparaciones son odiosas, pero inevitables: si se colocan los resultados de José Luis Cervantes Martínez frente a los de Alejandro Jaime Gómez, Alfredo Castillo, Miguel Ángel Contreras y Alberto Bazbaz, la diferencia es abismal; mientras los anteriores dejaron saldos de impunidad, escándalos o simple administración inercial, el actual fiscal ha mostrado avances tangibles en sentencias y judicialización de delitos de alto impacto, consolidando en apenas tres años lo que sus antecesores no lograron en más de una década; sin embargo, aun con ese balance favorable, el Edomex sigue lejos de tener la procuración de justicia que necesita, porque las inercias estructurales permanecen intactas y solo una reforma de fondo podrá garantizar que los logros individuales se conviertan en una institución capaz de enfrentar la violencia y la corrupción sin depender de nombres o coyunturas.

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Cuando la política fracasa, la Auditoría debe actuar en Metepec

Si el mecanismo electoral ha sido incapaz de frenar el saqueo en Metepec, toca a los instrumentos técnicos de control, en particular al Órgano Superior de Fiscalización que encabeza Liliana Dávalos Ham, detener la sangría; este gobierno prianista mantiene el municipio operando como en el anterior régimen, con observaciones por casi mil millones de pesos y una red de gasto opaco que no se molesta en ocultarse; lo que ocurre en Metepec es grave y estructural, y si no hay intervención firme desde la fiscalización superior, quedará claro que ni las urnas ni la vigilancia institucional son capaces de impedir que la corrupción local siga devorando recursos en las narices de todos.

De Raymundo a Fernando: la misma mafia política que devora Toluca y Metepec

Los grupos de interés que estuvieron detrás de Raymundo Martínez en Toluca —y que lo hundieron hasta verlo depuesto y en prisión— son los mismos que hoy apuntalan a Fernando Flores en Metepec; la diferencia es que el actual alcalde no solo reproduce esas prácticas, las ha llevado al extremo con un estilo de poder sostenido por redes empresariales y mediáticas que operan con descaro; si Raymundo fue símbolo de la degradación priista, Fernando encarna algo peor: la normalización del saqueo como método de gobierno, blindado por complicidades abiertas, y su destino judicial podría no ser distinto al de su congénere político, porque si la justicia algún día rompe la red mafiosa que lo sostiene, la caída será penal y no política.