Amaqueme

Se dice que: ISSEMYM, Trini y Manzanedo

14 de septiembre de 2025

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***La violencia no fue nunca un destino inevitable; el desafío es asegurar que la justicia alcance también a quienes se beneficiaron desde el poder

El jueves la denuncia estalló en la mañanera de la presidenta Sheinbaum: el ISSEMyM adjudicó la LPN/ISSEMYM/024/2025 para el servicio de análisis clínicos en 22 hospitales a Falcón, una empresa sancionada en el pasado, que ganó con una oferta 70 millones de pesos más cara que la presentada por Centrum.

El disparate es evidente: Centrum controló ese contrato por más de una década y usó información privilegiada para competir con un precio arreglado, mientras Falcón, con historial cuestionable, se llevó el negocio. El resultado: servicio suspendido y derechohabientes atrapados en la opacidad de un sistema de compras que nunca compite, solo acomoda.

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El caso ya está en la Contraloría estatal y será la Secretaría Anticorrupción la que revise el expediente, lo que coloca en el centro a Alfonso Rodríguez Manzanedo, director de Administración del ISSEMyM, con pasado turbio y subordinado directo de Trinidad Franco, Oficial Mayor y cabeza real de las adquisiciones. Algo no marcha en el gobierno: son tantos los intereses en el sistema de compras que ni la gobernadora parece estar al tanto, y con ello se erosiona la confianza que le depositaron. La salida es clara: cancelar el proceso y reponerlo bajo reglas transparentes, antes de que el discurso de modernización quede marcado por el sello de la opacidad.

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En medio del ruido apareció también el nombre de Guillermo Zamacona, aunque su papel fue más tangencial que decisivo: trató de abogar por Centrum en una reunión con Rodríguez Manzanedo y no consiguió nada. No es socio ni trabaja para la empresa, tampoco tiene vínculos con la Contraloría y él mismo —retirado temporalmente del servicio público— pide que se le investigue porque su aspiración es mantenerse en la política con cuentas limpias. Convertirlo en protagonista del caso es inflar un episodio menor, pero su mención confirma que en torno al sistema de compras del ISSEMyM todo se mueve en la misma trama de favores, presiones y operadores que orbitan en la penumbra.

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Fuera de lugar mexiquense 


El Mundial de 2026 está a la vuelta de la esquina y, mientras las ciudades sede se alistan para recibir una avalancha de visitantes, el Estado de México parece conformarse con mirar desde la banca, sin un plan integral que capitalice la oportunidad histórica. Teotihuacán debería estar en la agenda como la joya arqueológica que enamorará a miles de turistas, pero su infraestructura de servicios es la misma de siempre, saturada y con más puestos improvisados que orden. El AIFA, tan promocionado como hub aéreo, podría ser el gran punto de conexión si se resolvieran sus rutas y accesos, pero los trenes que deberían darle sentido apenas están en fase de promesa. La Secretaría de Turismo estatal tendría que estar funcionando al cien, diseñando corredores, experiencias, campañas internacionales y articulando con municipios, pero la discreción ha sido su sello. ¿Qué mensaje manda un gobierno que pide inversión y presume cambio cuando no arma una estrategia turística de talla mundial? Un evento de esta magnitud no se improvisa: cada dólar gastado por un visitante es un balón que puede terminar en la portería de la derrama económica local o perderse en la tribuna de la inercia. Al ritmo que vamos, otros cantarán los goles y el Edomex apenas celebrará un empate sin gloria.

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Seguridad y la caída de los pactos

El Edomex presume hoy una reducción inédita en homicidios y robos de vehículos, con descensos de más del 30 % y cifras que no se veían en casi una década, pero la explicación no puede quedarse en la eficacia de patrullajes o programas sociales: detrás está la fractura de los pactos de impunidad que durante años sostuvieron la violencia. Era un secreto a voces que personajes de la política daban cobertura a grupos criminales y obtenían riqueza desproporcionada en el proceso; esa red de complicidades convirtió la violencia en sistema y a los delincuentes en intocables. Con el cambio de régimen esas alianzas dejaron de operar con la misma fluidez y el efecto se refleja en los números. No es casualidad que las estadísticas mejoren cuando la protección política se interrumpe. El reto ahora es que este quiebre no sea coyuntural ni se convierta en un nuevo arreglo, sino que inaugure un ciclo distinto: donde la seguridad no dependa de pactos ocultos, sino de instituciones sólidas que respondan a la ciudadanía. La violencia no fue nunca un destino inevitable; el desafío es asegurar que la justicia alcance también a quienes se beneficiaron desde el poder.