SE DICE QUE: Los discípulos del viejo saqueo
Uno de los gobiernos más desbocados en corrupción no fue el de Hank, ni el de Montiel, ni el de Peña, sino el de Eruviel Ávila..

- Los fantasmas del eruvielismo que siguen respirando;
- El linchamiento como deporte civilizado;
- Herencias políticas que huelen a cloaca.
Eruviel y los fantasmas del erario alegre
La memoria pública suele ser caprichosa, pero cuando revisan la década oscura del Estado de México descubren una verdad incómoda: uno de los gobiernos más desbocados en corrupción no fue el de Hank, ni el de Montiel, ni el de Peña, sino el de Eruviel Ávila, maestro de la sonrisa fácil y el erario líquido. No fue ratería artesanal: fue una línea de producción. De ese gobierno salió buena parte del combustible financiero que terminó impulsando la campaña presidencial de Peña, como si el Edomex funcionara como caja chica, caja grande y caja negra al mismo tiempo. Que Isidro Pastor y Raymundo Martínez hayan terminado en prisión no sorprende a nadie que haya visto la película completa; sin embargo, ni de cerca fueron los peores. Los verdaderos campeones del saqueo siguen hoy libres, perfumados y con agenda llena. Y, mientras tanto, Eruviel desfila como diputado del Verde, convertido en uno de esos tumores que la 4T adopta sin rubor, demostrando que en política los vicios viejos encuentran hogares nuevos con pasmosa facilidad.
El arte ruin de patear cadáveres
En este país tan dado al espectáculo del escarnio, nunca faltan quienes confunden justicia con festejo y celebran las caídas ajenas como si fueran trofeos. Bastó detener a Isidro Pastor para que aparecieran los paladines de ocasión, valientes de teclado, que solo se envalentonan cuando patean cadáveres tibios. Pastor merece lo que exige cualquier Estado decente: un juicio justo, sin linchamientos digitales ni folclor punitivo. El valor real del caso no está en su caída, sino en lo que revela. Pastor no es ni remotamente el peor; apenas es uno de los primeros en tropezar mientras los verdaderos depredadores siguen instalados en su respetabilidad de utilería, sentados en mesas donde el dinero robado se vuelve virtud. Ojalá este episodio sea más que un paréntesis y marque el inicio de ese desfile largamente pospuesto hacia los tribunales para todos esos que se hicieron millonarios desde la administración pública y jamás han rendido cuentas.
**
La escuela de los parecidos
En política suele cumplirse una ley zoológica elemental: los seres del mismo carácter se reconocen y se buscan. No fue casualidad que Fernando Flores encontrara en Isidro Pastor no solo un aliado, sino un maestro espiritual, un gurú del evangelio, según la conveniencia. Y tampoco fue azar que, gracias a esa hermandad tan edificante, Víctor Legorreta, eterno brazo derecho de Pastor, terminara instalado junto a Flores como operador de cloacas, experto en artes subterráneas y negocios que jamás se hacen con luz natural. Para Flores, Pastor fue más que un mentor: fue aspiración, un espejo donde se adiestró con devoción. Y como buen discípulo que confunde experiencia con atajo, todo indica que terminará replicando la biografía de su maestro. Bajo el barniz empresarial y la sonrisa de Instagram, asoma ese vacío clásico que solo se llena con dinero fácil y poder sin escrúpulos.
**
La caída anticipada de la alumna ejemplar
En la coreografía del poder mexiquense casi nada es casual. Antes de que Pastor mordiera el polvo judicial, la que cayó primero fue Trinidad Franco, probablemente la discípula más aplicada del maestro. Salió de la Oficialía Mayor, ese cuarto de máquinas donde se controla el sistema de compras, sin ruido ni explicación, como si alguien hubiera decidido que era hora de apagar la luz sin avisar. Meses después, cuando Pastor cayó por un expediente viejo que llevaba años dormido en el Poder Judicial federal, la coincidencia comenzó a parecer relato. No se afirma nada, pero tampoco conviene fingir inocencia. Y la anécdota lo ilustra mejor que cualquier análisis: Trini reunió a Pastor con Delfina Gómez cuando ella era gobernadora electa; la conversación fue tan memorable que, ya instalada en Palacio, Delfina jamás quiso volver a verlo. El propio equipo de Trinidad narraba el episodio con lujo de detalles, convencidos de haber presenciado un pequeño terremoto político.
**
Juanito y la alquimia del patrimonio exprés
Qué sorpresa la de Juanito Maccise, aquel rostro de niño Anáhuac que prometía corregir la porqueriza heredada de Raymundo Martínez, escapado para evitar esposas y fotos ingratas. Uno esperaría de Juanito un esfuerzo mínimo por la decencia administrativa, pero el Órgano Superior de Fiscalización sugiere otra historia: la de un joven prodigio que habría encontrado en la Tesorería Municipal una fuente de prosperidad milagrosa. Entró al poder con la modestia patrimonial de quien aún paga en abonos y salió con la soltura financiera de alguien que puede jubilarse temprano para dedicarse al exquisito arte de “invertir”, ese eufemismo que tanto gusta a quienes prosperan demasiado rápido. La metamorfosis fue tan veloz que hasta los hongos crecen más lento. Toluca continúa endeudada y rota, pero Juanito ya vive como fundador de un hedge fund doméstico, ajeno al ruido y muy ocupado, administrando lo que nunca debió acumular.