SE DICE QUE: Los subterráneos del poder mexiquense
***Daniel Serrano, ese rarísimo ejemplar de izquierda coherente, ha descubierto en Cuautitlán Izcalli que gobernar con convicción
Redacción AD Noticias

noviembre 26, 2025
- Izcalli: la derecha no soporta a un verdadero izquierdista;
- El triángulo del PT que implosionó;
- Policías podridas: el problema que nadie quiere ver;
- Las cloacas electorales;
- Se va del PRI el alcalde de Lerma.

Izcalli despierta a sus fantasmas
Daniel Serrano, ese rarísimo ejemplar de izquierda coherente, ha descubierto en Cuautitlán Izcalli que gobernar con convicción es la forma más eficaz de provocar hidrofobia en la derecha local, acostumbrada a sentirse dueña del predio. Por eso, las campañas contra él no son espontáneas, sino torpes y desesperadas, como el reciente reel de la regidora Valentina Loa, que halló público veloz pero memoria corta: hace nada era acusada por su ex community manager de violencia laboral. Y, como todo enojo tiene genealogía, vale recordar a su padre, Miguel Ángel Loa, panista de los de antes, regidor en el trienio 2016-2018, hoy morenista por acomodo y enemigo político de Daniel. Para entender el episodio no basta ver el árbol, sino el bosque: la derecha inquieta, los sectores retardatarios de Morena nerviosos y un liderazgo progresista que crece sin pedir permiso. Lo que irrita no es Daniel: es su congruencia convertida en poder.
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PT maldito
En el PT mexiquense empiezan a alinearse estrellas negras que muchos insisten en mirar por separado, aunque juntas forman un dibujo evidente: Óscar González fue desplazado por la dirigencia nacional y perdió el control de la franquicia; Trinidad Franco, impulsada por él para entrar y ascender en el partido, salió del gobierno en medio de señalamientos administrativos y pérdida de confianza; e Isidro Pastor, asesor y gurú político de Trini, además de socio de Óscar en algunas aventuras, cayó detenido por presuntas operaciones financieras de origen inexplicable. Los tres caminaron juntos, construyeron proyectos y redes, algunas políticas, otras más bien mercantiles. Y, hoy, los tres atraviesan su propio abismo: uno sin partido, otra sin cargo, el tercero sin libertad. ¿Casualidad? ¿O el cierre silencioso de una época donde el PT funcionaba más como alianza de voluntades que como partido? En política, las desgracias viajan en paquete.
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Las podridas policías municipales
Hasta hace poco, muchos creían que los casos eran aislados, accidentes municipales propios de un Estado administrado por Dios en ratos libres; pero basta juntar las piezas para ver el patrón: Acambay, una docena de policías municipales —incluido su director— detenidos tras disparar contra la Guardia Nacional y la estatal; Texcaltitlán, donde un mando se suicidó antes de enfrentar una orden de aprehensión ligada al crimen; Santo Tomás de los Plátanos, con agentes trabajando a doble turno para quienes no aparecían en la nómina; Metepec, con El Negro, subdirector de Inteligencia, detenido y sentenciado por homicidio. Lo que todos ven como episodios inconexos es la evidencia de una enfermedad estructural: policías metidos de criminales y criminales metidos de policías. Y detrás de cada infiltración hay un responsable político. La podredumbre no nace sola: se cultiva cuando las corporaciones se vuelven feudos. El mensaje para la gente es devastador: ya no sabemos si la patrulla viene a cuidar o a cobrar. Este es el problema más grave del Edomex y casi nadie quiere admitirlo. Nosotros lo estamos diciendo ahora; después, será tarde para fingir sorpresa.
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Cloacas electorales
En el Edomex, hay secretos que toda la clase política conoce, pero que pronuncia como si fuesen claves alquímicas: las estructuras privadas de operación electoral, aparatos que no pertenecen a partidos, sino a personas. Alcaldes, caciques, senadores, diputados: todos tienen su mini-ejército de operadores, pagado con dinero público y escondido en nóminas disfrazadas de auxiliares, inspectores o enlaces comunitarios. La democracia presume instituciones, pero opera con nóminas paralelas, contratos de lealtad y plazas disfrazadas. La regla es simple: todos lo saben, todos lo usan, todos lo callan. Y, para la ciudadanía, el mensaje es clarísimo: aquí el voto no se disputa con ideas, sino con timbres de asistencia. A esto no se le llama estructura: se le llama cloaca.
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Se irá del PRI el alcalde de Lerma
Miguel Ángel Ramírez Ponce, uno de los últimos alcaldes priistas que todavía gobiernan algo real, decidió hacer lo que el priismo mexiquense ha evitado por costumbre: pensar por cuenta propia. Su salida del PRI —esbozada con la sobriedad que incomoda a los gritones— es un mensaje directo a su dirigencia: Alito Moreno y Cristina Ruiz han convertido el partido en ruina arqueológica. Su presencia en el Conversatorio AD no es cortesía, es un acto político: ya no piensa financiar el velorio eterno del tricolor. Y su movimiento abre una puerta que otros alcaldes contemplan en silencio: el último que salga que apague la luz.