SE DICE QUE: Magullada, no vencida
Azucena ha recibido una andanada como pocas y, sí, el golpe magulló su prestigio
AD Noticias

Azucena ha recibido una andanada como pocas y, sí, el golpe magulló su prestigio: el video en campaña con un personaje hoy bajo proceso —El Choko— fue un error de criterio que abre flancos éticos y obliga a explicaciones puntuales; sucede a los políticos porque las campañas empujan a la cercanía sin filtros, a la foto fácil y a la confusión entre capital social y aval político, y ese desorden se paga con pérdida de credibilidad, agenda defensiva y desgaste de autoridad; sin embargo, el costo es administrable: las elecciones están lejos y el tiempo permite corregir con deslindes explícitos, protocolos de relación comunitaria, cooperación con fiscalía y control de riesgos reputacionales; también es claro que las críticas más ácidas no brotan del aire: provienen, en buena medida, de su principal adversario político —su antecesor y hoy diputado, Fernando Vilchis— y de operadores que buscan fijar un relato de culpabilidad por asociación; separar la crítica legítima del uso faccioso es parte del examen. El error, probablemente, quedará como advertencia y no como sentencia; no es el fin de la carrera de Azucena, es una curva peligrosa que se supera con técnica, controles y una narrativa de responsabilidad verificable.
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Beatriz sin señales
Beatriz García Villegas encabeza la CAEM, pero su gestión es imperceptible en calle y en datos: no se advierte quiebre entre el antes y el después, las fallas de suministro y operación siguen donde estaban y las razones probables son inercia burocrática, un pasivo reputacional heredado y una comunicación pública inexistente; la institución mira al retrovisor mientras la crisis hídrica exige prioridades y métricas a la vista; los señalamientos por “negocios bajo el agua” persisten, algunos provienen de proveedores desplazados que hoy se victimizan para recuperar terreno y otros del ruido interesado que busca congelar cualquier intento de limpieza, pero nada de eso exime a la autoridad de explicar con hechos; Beatriz debe sacar la cabeza del agua, decir qué contratos revisó, cuáles canceló y por qué, y sobre todo informar cuánto de los 11 mil millones que los municipios adeudan a la CAEM ya cobró o reestructuró con plan de pagos; sin ese dato, “orden financiero” es niebla administrativa; un tablero semanal de cobertura, fugas y tiempos de reparación ayudaría, pero antes toca dar la cara; mientras no lo haga, la narrativa de continuidad la devora y la sospecha sustituye a la evidencia; en agua, la opacidad siempre cobra peaje.
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Quiniela de humo
La comunidad grilleril vive de su Vegas imaginaria: cada lunes “se va fulano”, cada viernes “llega mengano” y el lunes siguiente todos fingen que nunca apostaron; juguemos, pero sin perder la risa, porque estas quinielas dicen más del ansia de reflectores que del gabinete mismo; en la realidad, los relevos obedecen tres fuerzas prosaicas, resultados verificables, coordinación interinstitucional y control político-territorial, con dos efectos colaterales que sí importan: integridad y eficacia; el resto son globos de ensayo lanzados por aspirantes que filtran su propia permanencia, operadores que se prueban en WhatsApp y agencias de ego que necesitan titulares; pista útil: si un nombre suena en memes, audios anónimos y cadenas con mayúsculas, ocho de cada diez veces es humo; si suena acompañado de fichas técnicas, metas trimestrales y un boletín sobrio, entonces tal vez hay movimiento; a esta gobernadora le gusta la discreción y castiga el espectáculo, así que los cambios reales salen por la puerta lateral y con zapatos bajos; la quiniela, por divertida que sea, no gobierna, entretiene a los que no tienen agenda y confunde a los que quieren leer señales; juguemos pues, sabiendo que cuando llegue el relevo verdadero no pedirá permiso al rumor.
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Niños con barba
La épica estudiantil atrajo oportunistas y esta temporada dejó ejemplares de museo: casi cuarentones jugaron a “comités” que hablaron en nombre de otros, inflaron pliegos con ocurrencias y convirtieron la asamblea en filigrana para hacerse indispensables; el saldo fue predecible, intoxicaron un movimiento legítimo y lo deslegitimaron con tácticas de chantaje, “tomas” performativas y consignas recicladas; las últimas dos facultades levantarán el paro esta semana y se cierra un ciclo que deja claro lo obvio: la causa estudiantil se fortaleció cuando expulsó inercias parasitarias y cortó el cordón con operadores que vivían del conflicto; el problema no fue la protesta, sino su secuestro por minorías ruidosas que confundieron autonomía con feudo y representación con micrófono; depurar no fue perseguir, fue devolver la voz a quienes sí estudian y trabajan, y poner a raya al ventrílocuo con barba que pretendió hablar por alumnos que nunca lo eligieron; el ciclo se cerró como debía y con él se cerró también la tolerancia al impostor profesional del paro; el movimiento universitario no se extinguió por decir no a los impostores, al contrario, respiró.
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El rey chiquito de Metepec
La verdad incómoda es esta: un político de talante intelectual y moral tan bajo como Fernando Flores no sostiene su ventaja en resultados, la monta sobre un sistema manipulable con dinero —pauta, operadores, control de agenda— y, sobre todo, sobre la incompetencia del progresismo local, que no fue capaz de presentar un cuadro verdaderamente competitivo que lo contrastara y exhibiera su diminuta talla; en Metepec la supuesta “fortaleza” del alcalde es la suma de propaganda y ausencia de rival, no un expediente de gobierno que resista auditoría; la izquierda confundió presencia en redes con estructura, marketing con programa y ocurrencias con candidatura, y en ese pantano cualquier charlatán con presupuesto puede parecer gigante. Si 2027 repite la receta de improvisación, Flores podrá heredar el cargo a alguien todavía peor que él. La salida no es épica ni romántica, es construir una candidatura solvente que mida, compare y desmonte el show en público, porque sin contraste real el municipio seguirá atrapado en una victoria por vacío que no mejora la vida de nadie.
