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Se dice que: Naucalpan, laboratorio del poder que nunca cambia

13 de noviembre de 2025

***La alternancia fue una ilusión contable: Naucalpan nunca conoció el cambio, solo nuevas administraciones del mismo viejo régimen

Redacción AD

  • lternancia sin cambio en Naucalpan,
  • El botín dorado del Valle de México,
  • 2027 en el horizonte,
  • El ocaso de Gerardo Becker,
  • Los que sobran en el gobierno.

Durante cuarenta años, Naucalpan fue el péndulo perfecto del sistema: el PRI y el PAN se turnaban el gobierno como si la democracia fuera un trueque de favores. Todo comenzó con Enrique Jacob Rocha y después siguieron José Luis Durán, Azucena Olivares, David Sánchez, Edgar Olvera, Angélica Moya… Los colores cambiaban, pero los contratos, los padrinos y los métodos eran los mismos. En 2019 irrumpió Morena con Patricia Durán, panista de origen, que prometió limpiar la casa y terminó dejándola peor: con una deuda histórica, nóminas impagadas y denuncias en cascada. La alternancia fue una ilusión contable: Naucalpan nunca conoció el cambio, solo nuevas administraciones del mismo viejo régimen.

El botín dorado del Valle de México

Naucalpan no es un municipio cualquiera. Es uno de los más ricos del Estado de México, con el segundo PIB más alto y uno de los presupuestos municipales más robustos del país. Tiene industria, comercio, parques industriales, zonas residenciales y fronteras con la capital. Y, claro, una historia inagotable de corrupción. Alcaldes que terminaron en prisión como David Sánchez Guevara, cuyo encarcelamiento no fue por corrupto —que en efecto lo era—, sino por haber caído de la gracia del grupo político que dominaba el Edomex en aquellos años. En Naucalpan, la corrupción no se combate: se administra según la conveniencia del poder. Las auditorías son castigos selectivos, las denuncias instrumentos de presión y las cárceles, excepciones teatrales. Aquí no se roba por necesidad, se roba por costumbre. El dinero público se volvió herencia familiar y el poder, una franquicia. Naucalpan es el espejo incómodo del país: demuestra que donde más hay, más se saquea.

2027 en el horizonte

Isaac Montoya no acaba de llegar; lleva casi un año en el poder y eligió este momento para presentar denuncias por más de 4 000 millones de pesos contra el gobierno de Angélica Moya. En política nada es casual. Montoya sabe que la derecha prepara su contraofensiva rumbo a 2027, probablemente con la propia Moya como candidata, y que el escenario electoral se definirá mucho antes de la campaña. En ese contexto, las denuncias no solo apuntan al pasado: son también un mensaje al futuro. En Naucalpan, la corrupción es real, pero la oportunidad también. Si Montoya logra que las investigaciones trasciendan el cálculo político y lleguen a sentencia, podría romper la cadena de impunidad que une a todos sus predecesores. Si no, su gobierno quedará como otro capítulo de esa vieja película donde la justicia siempre se estrena… pero nunca se proyecta.

El ocaso de Gerardo Becker

El final de Gerardo Becker al frente del Tribunal de Justicia Administrativa no podía ser más triste ni más predecible. La detención de su exdirector de Administración es el último clavo en el ataúd de una gestión marcada por el descrédito y la simulación. Becker debió renunciar hace tiempo, por dignidad y por respeto al sistema de justicia que juró representar. Llegó al cargo no por mérito, sino por amiguismo: fue el protegido de Elías Rescala durante el delmacismo, una pieza útil para blindar complicidades, no para impartir justicia. Su presidencia se sostuvo en la inercia, los silencios y la impunidad; su salida será apenas una nota administrativa. Que permanezca dos meses más es una afrenta para la administración pública y una vergüenza para el sistema de justicia del Edomex. El Tribunal merece hombres probos, capaces y dedicados, no actores haciendo el doblaje de magistrado.

Los que sobran en el gobierno

Los ajustes en el gobierno no han terminado, o al menos no deberían. Es evidente que con el equipo actual la gobernadora no podrá cumplir los resultados comprometidos ni los que la ciudadanía espera. Hay áreas donde la incompetencia se volvió rutina y la simulación, norma de trabajo. La administración pública no necesita lealtades de consigna, sino resultados verificables y servidores públicos capaces de honrar el cargo que ocupan. Depurar el gabinete no es un acto de voluntad política, es una obligación ética. Hay quienes ya demostraron que no saben, que no pueden o que simplemente no quieren servir. Mantenerlos sería convertir el cambio en complicidad. El Edomex no puede transformarse con los mismos que lo mantienen inmóvil.