Se dice que: Peor que los políticos, los empresarios impunes
Ad Noticias
***La justicia comienza cuando el poder económico aprende que también puede ser sancionado
La clausura de la planta de Nestlé Purina en Cuautitlán no es un acto administrativo: es un ajuste simbólico en el orden del poder. Durante décadas se nos hizo creer que los empresarios eran los héroes y los políticos, los villanos. Pero fue la élite económica quien domesticó al Estado. Nestlé, emblema del capital global, operaba sin licencias ni dictámenes básicos de seguridad y la alcaldesa Juana Carrillo Luna se atrevió a aplicar la ley. En un país donde se clausuran changarros por un extintor vencido y se perdona a corporaciones que contaminan, su decisión es casi revolucionaria. El neoliberalismo convirtió la política en servidumbre voluntaria ante el dinero; quizá desde Cuautitlán empiece la desobediencia. La justicia comienza cuando el poder económico aprende que también puede ser sancionado.
**
El regreso del fantasma Montiel
Que Arturo Montiel reaparezca con la misión de “rescatar” al PRI mexiquense tiene la ironía de una mala parábola: el símbolo de la corrupción pretendiendo salvar al partido que corrompió. En 2005 fue acusado de peculado y enriquecimiento ilícito tras revelarse la compra de propiedades de lujo, entre ellas una mansión en Cádiz valuada en 69 millones de pesos. Su exesposa Maude Versini lo denunció públicamente y amenazó con revelar los casos de corrupción de su gobierno, pero su sobrino y sucesor, Enrique Peña Nieto, cerró el expediente y lo exoneró. Así el viejo priismo se absolvió a sí mismo, institucionalizando la impunidad. Montiel puede reunir a los suyos, pero lo que forme no será un partido: será una cofradía de nostalgias. Si ese es el PRI que quiere rescatar, mejor que desaparezca.
Infame es poco: mientras el Operativo Caudal destapó un sistema paralelo de distribución con 189 inmuebles intervenidos en 48 municipios, 51 pozos y 138 tomas clandestinas aseguradas, más de 320 pipas detenidas, la autoridad hídrica del Estado de México optó por el murmullo administrativo. Los responsables tienen nombre: José Arnulfo Silva Adaya, secretario del Agua, y Beatriz García Villegas, vocal ejecutiva de la CAEM. Si no sabían lo que ocurría, no sirven; si sí sabían y callaron, son cómplices. En ambos casos, la ruta es clara: remoción inmediata y, si se acredita responsabilidad, proceso penal. La crisis hídrica no se resuelve con conferencias ni con tuits; se gobierna con licencias verificadas, redes selladas y ministerios públicos despiertos. En materia de agua, el silencio también delinque.
**
El legislador que aprendió a construir poder
El ascenso de Francisco Vázquez Rodríguez en el Congreso mexiquense es incuestionable. Desde la presidencia de la Junta de Coordinación Política y la coordinación de la bancada de Morena, ha convertido a la Legislatura en una fábrica de consensos, donde las iniciativas del Ejecutivo se transforman en leyes y estructura. Vázquez no impone: persuade; no improvisa: calcula. Delfinista por convicción, cercano a Horacio Duarte, encarna la versión madura del poder: menos estridencia, más eficacia. En un ecosistema acostumbrado a la simulación, su método es quirúrgico y su resultado evidente: el Congreso volvió a ser útil. La transformación también se legisla.
El último favor del delmacismo
A Gerardo Becker le quedan apenas unos meses como presidente del Tribunal de Justicia Administrativa y su gestión es un naufragio. Llegó por obra de Elías Rescala, operador del delmacismo, y hoy intenta repetir el favor que lo llevó al cargo. Magistrados y trabajadores del tribunal rechazan su continuidad, conscientes de que mantenerlo sería prolongar la sombra de un régimen que se niega a morir. La justicia administrativa no puede seguir secuestrada por quienes la degradaron. Si la transformación es auténtica, Becker debe ser el último eco de un poder que confundió lealtad con impunidad.
