SE DICE QUE: Tinacos con olor a PRI
** Cinco historias, un mismo hilo: el Edomex atrapado en prácticas viejas con rostros nuev
AD Noticias
Elías Rescala apareció en San Francisco Chimalpa cargando la vieja caja de trucos: tinacos, impermeabilizante, útiles escolares y pintura para la primaria, como si fuera filántropo y no diputado. Lo que no dice es que ese dinero no sale de su bolsillo, sino de recursos públicos que se siguen manejando con la lógica clientelar de antaño. Ayer se llamaba PAC, Programa de Acción Comunitaria, mecanismo con el que el Ejecutivocontrolaba a los legisladores dándoles recursos para repartir como dádiva y asegurar obediencia política; se anunció su desaparición, pero en realidad solo se camufló bajo otro nombre. Lo relevante no es el gesto fotogénico del diputado, sino la reproducción de una práctica priista en pleno nuevo régimen, donde la opacidad cubre el origen de los recursos y se perpetúa el rol del ciudadano como beneficiario agradecido y no como sujeto de derechos. La gran duda es si Morena gobierna distinto o simplemente heredó el clientelismo con otro color.

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Ayuntamientos podridos de raíz
Edomex tiene 125 municipios y un mosaico de colores partidistas —Morena gobierna 60, PRI 20, Verde 19, PT 10, MC 8, PRD 3, PAN 3 y Nueva Alianza 2—, pero más allá de las siglas se reproduce la misma podredumbre: discrecionalidad presupuestal para prebendas, cabildos comprados a billetazos, alcaldes enriquecidos a costa del erario e incapaces de resolver siquiera los problemas elementales de agua, alumbrado o seguridad pública, hoy en muchos casos degradada al servicio de criminales; los datos oficiales confirman la ruina, pues 87 municipios apenas recaudan ingresos propios por debajo del 20 % de su presupuesto y 57 ni siquiera alcanzan el 10 % según la propia Legislación Edomex, un retrato brutal de gobiernos locales que administran como botín lo que debería ser responsabilidad pública.
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Gasolina bendita y robada
En el Estado de México hay vigentes 1,273 permisos para expendio de combustibles, pero la cifra decisiva no es el número total sino cuántos de esos negocios despachan gasolina legal y cuántos comercializan huachicol disfrazado; la entidad, atravesada por ductos y carreteras, se ha convertido en nudo del contrabando de diésel y gasolina que se blanquea en estaciones con papeles en regla o se distribuye en pipas fantasma; lo más inquietante es que esta industria paralela cobró fuerza durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, cuando la apertura energética devino festín para políticos locales, alcaldes y exfuncionariosque se reciclaron como empresarios gasolineros y levantaron fortunas súbitas; el resultado es un mercado adulterado donde las estaciones compiten con armas desiguales, el fisco pierde miles de millones en impuestos y la sociedad paga el costo de ductos perforados, violencia comunitaria y explosiones; la paradoja es brutal: se combate al huachicolero armado en los cerros mientras se tolera al político disfrazado de empresario que vende combustible robado desde el mostrador.
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La senadora invisible
Mariela Gutiérrez llegó al Senado como carta fuerte de Morena tras su paso por la alcaldía de Tecámac, pero una vez instalada en la Cámara alta su desempeño es tan discreto como irrelevante: preside la Comisión de Zonas Metropolitanas y Movilidad, aunque nadie recuerda una sola iniciativa de peso que haya transformado el caos urbano del Valle de México; su actividad se reduce a declaraciones de ocasión, votos en bloque y boletines donde “reconoce” obras ajenas o “apoya” convenios municipales, una retórica sin músculo. Lo que sí ocupa su tiempo y energía es la red de negocios familiares que controla —colegio privado, empresa de transporte, bienes raíces, panificación y hasta servicios diversos—, un portafolio que crece mientras su voz en el Senado se diluye; es el retrato de la legisladora anodina, más preocupada por la prosperidad de sus empresas que por representar con fuerza al Estado de México, más empresaria que política, más sombra que senadora.
